lunes, 29 de abril de 2013

El Negro Juan, Rita y yo


El Negro Juan, Rita y yo - Fin del equilibrio (I)




Estoy mamandole la verga al Negro Juan, mientras mi esposa Rita a horcajadas sobre la cara del Negro se va por tercera gracias a sus lengüetazos. Todavía a Juan le dan las fuerzas para con su mano masajearme.

 

Exhausta Rita desmonta y Juan se concentra en mi pija, demasiado para mi gusto, me suelto y maniobro hasta poner mi culito sobre su verga, que no es muy larga pero morcillona. Lo miro a los ojos hasta que la punta de su pija se clava ahi solo miro el techo, salgo en seguida, recupero el control, me clavo sobre su punta otra vez, el placer me desconcentra pero ya no tanto, repito el asunto y me elevo un poquito, y ahí me caigo entero sobre la morcillona y suspiro, pero no tanto como Juan.

 

Subo hasta que casi se escapa de mi culito, logro mirar a Rita, me sonríe mientras se acaricia de forma lánguida. Me concentro en el negro otra vez, una vez la puntita, dos la puntita y a la tercera todo, salgo una vez puntita y ahora todo a la segunda y lo dejo ahí. Apreto, Juan ya no me mira, solo jadea, se que se está aguantando. Miro de vuelta a Rita, ella dice

 

- Todo tuyo - suspiro de placer y de vuelta arriba, puntita, puntita, todo adentro, apreto, subo, bajo y como si estuviera muriéndose, Juan grita y eyacula adentro mío. Estoy en la gloria, lo hice ir a fuerza de culo.

 

Tras un segundo de respiro, el Negro con sus manazas me atrae hasta su cara y por primera vez me chupa mi verga en la misma posición que le hace sexo oral a Rita, claro que la geometría no es la misma, así que Rita se pone detrás mío y mientras me ayuda a mantener el dificultoso ángulo.

 

- Como me gustás así de puta - me dice Rita al oído, yo llevo una mano trabajosamente hasta su entrepierna y logro acariciarla algo pero me voy en la boca de Juan que se traga todito como un buen chico.

 

El Negro queda en el medio, estamos los tres rendidos, sin embargo nuestras manos siguen jugando con nuestros sexos durante un rato. El silencio llena la habitación, yo estoy gozado hasta que Juan abre la boca.

 

- Lo que pasa es que soy negro, es por eso - dijo el negro Juan con voz de víctima.

 

Y ahí es cuando mi esposa yo cortamos el asunto, es la señal de que Juan se está por tomar los vientos. Claro que el siempre dice eso después de que entre Rita y yo lo sacamos de las casillas. Generalmente se aguanta bien las cargadas, hasta que al final las termina de forma violenta pero amistosa, usando su dos metros de altura y sus ciento diez kilos de músculos. En realidad es lo que buscamos con Rita, enfrentarnos como nenes chicos con "La mole", ya que somos los dos menuditos.

 

Pero de vez en cuando Juan se zarpa y empieza con ese monólogo resentido que a Rita y a  mi nos saca de onda. El recuerda que no terminó el liceo y que sobrevive del sudor de su frente. Y en ese momento a mi me extirpa sin anestesia todo el erotismo y me hace pensar que rídiculo debo de aparecer a mi edad estar de corsé y medias con ligas.

 

Y aún con estos inconvenientes, formamos un trío bastante equilibrado entre Juan, Rita y yo. A mi me gusta emputecerme bastante y mi mujer me aguanta la cabeza. Juan es un buenazo que en la cama no le hace asco a nada y de alguna manera nosotros le hacemos bien. El regalito que le hicimos ayer de noche fue que Rita y yo estrenamos conjuntos similares, tratando de parecer gemelas, algo dificil pero supongo que mínimamente debe haber superado la prueba ya que Juan anduvo bien empalmado mientras hacíamos nuestro show de lesbianas. Y ahora de mañana nos despertamos y lo hicimos de vuelta.

 

Pero en ese momento, solo atiné a sacarme todo, medio con rabia, medio con frustración y me puse un boxer bien macho, para poder decirle al negro

 

- No me rompas los huevos Juan

- No, es en serio - retrucó - Uds. tienen vergüenza de mi

 

Rita se había puesto una bata por encima y tenía unas pantuflas viejas, la antítesis del erotismo y que ya estaba en la cocina, le gritó

 

- contigo ya no tenemos vergüenza

- No digas bobadas, no quiero decir eso

 

Parándome delante de su cuerpo aún desnudo, le espeté

 

- bueno deci lo que querés decir

 

Me abrazo con sus poderosos y oscuros brazos, fuertes, es imposible luchar, así que me aflojé y el continuo

 

- ya se enojaron, y a mi se me complica, y uds. dicen bobadas y yo me distraigo

 

Sus brazos no habían aflojado el abrazo y su boca hablaba cerca de mi oreja, no pude más que ponerme tenso buscando rozarlo de alguna manera.

 

Mientras tanto Rita apareció por la puerta de la cocina y me vio como estaba siendo abrazado por detrás por Juan. Apoyada en el marco, me señaló la cara, o sea estaba de boxers pero no me había sacado el maquillaje, puso cara de placer y abrió levemente la bata y se empezó a acariciar y yo había recuperado parte de mis ganas y traté de empujar a Juan hacia atrás rumbo a la pared. en ese momento Juan me liberó de sus brazos.

 

- Paren bo!, quiero decir que nunca hacemo' nada junto'.

 

De vuelta a fojas cero con el erotismo

 

- Vamos a desayunar - dijo Rita

- Cómo es eso que no hacemos nada juntos - le pregunté a Juan

- Claro por ejemplo no vamos al cine

- Pero la semana pasada fuimos al recital de Mariano Carchal

- Si, pero no, este...

 

Hicimos silencio mientras Juan buscaba las palabras

 

- Decime Facundo, cuando te pones linda para mi ¿cómo te gusta que te digan?

 

No pude resistir la tentación así que entreabrí los labios y le respondí

 

- Puta, Juan, decime puta

 

- ¡No! ¡No jodas!, contestame decime, cuando te empilchas para mí cómo querés que te llame

 

La verdad que Juan se había enojado, así que traté de contestar lo que me preguntaba y la verdad que nunca me había puesto a pensar. Y el primero que se me vino a la mente fue el que dije

 

- Analía -

- Por fin - dijo Juan, respiró fuerte y continuo - al recital fuimos - y fue señalando uno por uno como si estuviera en primero de escuela - Rita, Juan y Facundo

 

Hizo una pausa y continuó

 

- Y yo quiero que salgamos, Rita, Juan y Analía - Y terminó su razonamiento con una sonrisa tan inocente, de esas que hacía que le tuviéramos tanto cariño.

 

- Ah, el negrito quiere que lo vean con sus noviecitas blancas para pavonearse por el barrio - lo burló Rita

 

Pero Juan no se inmuto, sonrió ampliamente mostrando su dentadura perfecta y asintió. Y como había logrado decir lo que quería se premió comenzando a desayunar desnudito como estaba.

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