martes, 28 de junio de 2016

MI PRIMERA VEZ

Mirándose en el espejo humedeciéndose los labios, demasiadas sensaciones, esta noche por fin haría lo que tiempo atrás había deseado con tanta excitación. En un día soleado; con algo de calor y alguna que otra nube dispersa en el cielo, un chico de 24 años paseaba en un concurrido centro comercial, salvo esa hora que él había elegido ya que la menor cantidad de gente facilitaba las cosas; sentía un cosquilleo en el vientre mientras hacia las compras, una vez concluidas se disponía a regresar a su domicilio. Mientras viajaba en el transporte público no caía en la cuenta del progreso de su habitual ruta, miraba por la ventana haciendo caso omiso del exterior, su mente era todo un mundo de posibilidades, acerca de lo que sería de esa noche. Inconscientemente cayó en la cuenta de que había llegado a su destino, pidiendo la parada del automóvil; se bajó de la combi, el transporte público más usado en esa ciudad, acto seguido caminando hacia su departamento a menos de un kilómetro de distancia, cada paso su nerviosismo aumentaba. Aquel edificio residencial ya un poco viejo pero de una zona tranquila, en el momento de rentar su departamento había elegido uno con entrada aislada por razones personales, esa parte del edificio de solo 4 niveles tuvo modificaciones posteriores por lo cual él nunca se topaba con sus vecinos. Entró por la puerta menos usada que se encontraba del lado contrario del edificio, cruzando un pequeño patio y subiendo al segundo nivel donde solo había una sola puerta, la de su vivienda. El departamento constaba de una cocina pequeña, baño, una estancia y un cuarto; dejo su mochila en la cama y se desnudó completamente para darse un baño, aunque llevaba un pantalón, tenis y playera holgada, la caminata lo había hecho sudar levemente y se sentía un poco cansado. Colgando la toalla para meterse en la regadera empezó a recordar aquella conversación con quien había quedado de verse esa noche. - Hola ¿Cómo estás? - Muy bien ¿Y tú? - También bien gracias, te ves muy bien en tu foto. - Gracias - ¿Que te trae por estos sitios? - Solo pasar un buen rato. - Oh muy bien estamos en las mismas. ¿Puedo saber cómo te llamas y que edad tienes? - Carla de 24 ¿y tú? - Me llamo Edgar tengo 28, espero no sea un problema. - No te preocupes. - Sabes me encanta como te ves en la foto. ¿Tienes más? - Si, pondré otra diferente. - Te ves preciosa, tienes muy bonito cuerpo me encanta, si no es indiscreción ¿Tienes pareja o algún enamorado? En ese momento Carla sintió un hormigueo, realmente le habían gustado esos comentarios, a diferencia de otros usuarios con los que había conversado aquel hombre era amable y educado, tal como a ella le gustaba que fueran. - Gracias, no que yo sepa, nunca he tenido un encuentro. - Me sorprende de alguien tan guapa, y dime: ¿Cómo te gusta que sea un hombre para ti? - Pues que sea sencillo y educado, alguien con quien pueda pasar ratos agradables. - ¿Físicamente? - Pues que no sean velludos, aseados y delgados, que sean bien parecidos, no tanto que sean atléticos o por el estilo. ¿Y a ti? - Físicamente hablando me agradas mucho pero también eres muy dulce, de verdad pareces muy buena persona. Durante toda la conversación Carla se sentía con más confianza ya que también eran de la misma ciudad, además de que Edgar siempre fue muy ameno en las conversaciones. Pasaron del chat al correo donde pasaban ratos conociéndose. -Hola, ¿Cómo he ha ido? - Hola Edgar, bien todo tranquilo. ¿Cómo te va en el trabajo? - Tranquilo también, te quería preguntar ¿Has considerado vernos este fin de semana? - Si, la verdad si me gustaría. - Perfecto, ¿Paso por ti a las 7:00? - Si está bien, te espero, me mandas un mensaje cuando estés afuera. Después de un buen baño, además de haber usado un enema, se sentía descansado, días atrás se había depilado completamente el cuerpo, después de haberse pintado las uñas de las manos, empezó por delinearse los ojos, unas pestañas postizas y sombra. No era él; es Ella, tenía el pelo corto por lo cual se puso una peluca de color castaño oscuro y de cabello ligeramente ondulado, por ultimo usó un labial rojo discreto. Se dirigió a su cuarto, tomando un conjunto de la cama, un brassier con su respectiva tanga; lucía un cuerpo delgado de tez blanca, su espalda no era muy ancha ya que practicaba ciclismo para mantenerse en forma, su abdomen no era marcado pero si firme, y dado al ejercicio aunque no una cadera ancha pero si un trasero generoso y piernas trabajadas pero no marcadas, con cierto aspecto femenino. Era un hecho que con el conjunto de lencería su cuerpo era muy femenino y su rostro también debido a un maquillaje adecuado, además de usar un perfume agradable. Después de ponerse el conjunto de lencería con encaje de color negro, se vio en el espejo, con una leve sensación en la entrepierna, respiró profundo para tranquilizarse, acto seguido colocarse un mini vestido negro y floreado con mangas hasta los codos y un escote no muy pronunciado pero con volumen en la parte de la falda, haciendo juego con unas medias negras con línea trasera al muslo aunque no se notaba con el vestido, por ultimo unos zapatos de tacón negro y altos. Se miraba al espejo de nuevo respirando profundamente evitando tener una erección, un poco de calor le recorría el cuerpo, optó por sentarse en la cama para tranquilizarse, tomó el teléfono para cerciorase de que aún no llegaba Edgar, cada instante aumentaba su ansiedad; tomó una mochila tipo mensajero para guardar su ropa normal, artículos de limpieza facial y demás accesorios para cualquier inconveniente, al dejar lista la mochila el teléfono emitía un tono, le había llegado un mensaje. - He llegado, estoy afuera en la puerta. - Ok, enseguida voy. Una última mirada en el espejo para saber que todo iba en su lugar, cerrando bien la puerta del departamento, caminaba por el pasillo y escaleras haciendo eco con el sonido de los tacones y la respiración acelerada; no le importo si habría gente en la calle, ya había estado ahí antes solo para dar una corta caminata estando vestida. Abrió la puerta de la calle encontrándose con Edgar afuera. Edgar era un tipo alto de 1.80 metros, delgado y tez morena clara, vestía pantalones rectos azules combinado con una camisa gris de cuadros y zapatos casuales cafés, pelo corto y barba muy bien rasurada, sus ojos eran café oscuros pero alegres, sin duda Carla pensó que era un hombre muy guapo, le agrado el aroma de su loción al saludarlo con el habitual beso de mejilla. - Carla, eres una dama muy bonita, permíteme que te ayude a subir al coche. Carla dio las gracias por el comentario, aunque si era un poco desconfiada, Edgar se comportaba de manera amable y jovial, para sus adentros ella sentía que ese hombre no tenía nada de malo y se tranquilizó, correspondiendo con sinceras sonrisas. Edgar hizo ademán de abrirle la puerta del coche, un pointer azul; él le tomo de la mano para besarla y posteriormente ayudarla a subir; Carla al momento de subir el vestido se subió un poco, ella no se dio cuenta, Edgar al estar enfrente de la puerta vio como la piernas de su dama estaban adornadas con encaje negro donde terminaba las medias, el de inmediato sintió una aceleración cardiaca, además de un ligero aumento en el bulto de su entrepierna, para sus adentros esa chica despertaba todo tipo de fantasías sexuales en él, trato de tranquilizarse, aun no era momento de tener una buena erección y se subió también al automóvil. Edgar miró a los ojos de Carla. - ¿Cómo estás? - Bien, disculpa mi nerviosismo. - Descuida, somos dos; Dime. ¿Te gusta un buen vino tinto? Podemos pasar por uno al centro pero antes si quieres ir a un buen bar antes de pasar a algo más. Carla pensó que elegía sus palabras con cuidado aunque no fuera elocuente, eso le agradaba, un hombre genuino. – Estaría muy bien, no nos caería mal una cerveza. Sin duda el bar había gente pero no demasiada, debido a la poca iluminación propia de bar, Carla no se sintió incomoda, eligieron una mesa un poco apartada para continuar la amena conversación que ya tenían en el transcurso del coche. Edgar una vez más le hacía cumplidos a Carla. – Sabes, lo malo de este bar es que no contemplaré del todo tus ojos. Carla respondió con una ligera sonrisa. – Gracias; dime ¿Que te gusta hacer en tu tiempo libre? Es obvio que en ese cuerpo se nota el ejercicio. - Me gusta mucho correr, antes practicaba artes marciales pero debido a una lesión en la muñeca derecha lo dejé, por el momento hago dominadas y lagartijas para estar en forma, talvez después te muestre como lo hago. Carla se había ruborizado pero mostrando una risa picarona. – Si me gustaría. La pareja abandonaron el bar, un poco más alegres pero sin los efectos del alcohol caminaron un poco. Edgar le propuso continuar la cita con un poco más de intimidad, la excitación en los dos era creciente, entraron en una vinería. Edgar tenía uno en mente. - ¿Cómo se te hace esta botella? - Si la he probado, me gusta mucho. - Bueno este será Edgar conducía hacia las afueras de la ciudad. – Hay un motel en la calle la avenida… Lo he visto por internet, parece un lugar agradable. Carla posó una mano en la pierna de Edgar. – Vamos. Entraron al motel donde era cada habitación tenía su propia cochera; una vez estacionado el pointer, Edgar se apresuró a abrir la puerta y darle la mano a Carla. – No te preocupes no soy tan exigente como te habrás dado cuenta, sé que eres un caballero. Edgar con una sonrisa la invito a pasar a la habitación – Me encanta hacerlo, sobre todo con una dama como tú, somos dos contracorriente. La habitación tenía una cama matrimonial con lámparas a los lados y un sillón tantra enfrente, aun lado un baño convencional y por ultimo un espacio adelante del dormitorio con un amplio espejo, tocador y un par de sillones individuales con una mesa pequeña. Carla fue directo al espejo para retocarse, mientras Edgar se disponía a destapar la botella de vino tinto con su respectivo sacacorchos para acto seguido servirlas en un par de copas. Ella camino hacia él tomando su copa y bebiendo mientras se cruzaban las miradas de ambos; los dos se sentaron cada uno en el sillón, Carla cruzó las piernas dándole una vista seductora a Edgar, quien sin disimulo veía con evidente lujuria las piernas de Carla, inclusive experimentaba una creciente erección; Edgar le ofreció volver a llenar la copa de ella por lo cual se puso de pie para servirle, Carla se dio cuenta de la erección de Edgar, habiéndose sentado de nuevo ella alzo más la pierna dejando poco a la imaginación, él le volvió a mirarle de pies a cabeza. – Eres muy hermosa, de verdad me siento afortunado de compartir esta noche contigo, espero tú también te la estés pasando muy bien. Carla levemente mareada por el vino terminó su segunda copa mientras Edgar terminaba la tercera. – Sabes que es la primera vez que hago esto, pero también me la estoy pasando muy bien. - ¿Es la primera vez que estas con un hombre? Carla paso la lengua por sus labios humedeciéndolas. - Si, la verdad sí, supongo que también es tu primera vez. - También, tienes unos hermosos labios, estas preciosa; me gustaría que posaras para mí. Carla se levantó y dio una vuelta sobre sus propios tacones. Edgar se sentía excitado y la invito a sentarse en la cama, una vez estando los dos en la cama, Edgar miraba fijamente a Carla y acarició sus labios, ella suspiro y paso la lengua por la punta de uno de los dedos y besándolo. Acercaron sus rostros y sus labios se unieron en un lento y tímido beso, él puso una de sus manos en la cintura de ella mientras la otra acariciaba la pierna; Carla acaricio el cierre del pantalón de él. Después de separar sus labios, Ella se levantó para beber un poco más de vino en la copa que había dejado en la mesa al mismo tiempo que con una mano se levantó el vestido dejando a la vista completamente sus piernas y el trasero. Edgar se levantó y camino hacia ella besándola de nuevo y acariciándole las nalgas por encima del vestido; Carla empezó a desabotonar la camisa de Edgar; hasta que por fin el quedó desnudo de la parte superior, tenía unos pechos firmes y una espalda ancha con unos brazos no muy musculosos pero si marcados; Carla tocaba el abdomen de Edgar y se inclinó un poco para besarlo subiendo por los pechos hasta juntar su boca con la de él, mientras una de sus manos había bajado el cierre para acariciar su pene encima del calzón, Edgar opto por levantarle el vestido y tocarle el trasero. – Me voy a comer esa colita que tienes. Ella solo giro y se inclinó apoyándose en uno de los sillones, él se puso de rodillas, la vista de las piernas y la tanga lo excitó más y empezó a besarle las nalgas, lamiéndolas y con pequeños mordiscos hasta separarlas y tocándola por en medio, hizo a un lado la tanga y besó su ano mientras con las dos manos recorría los muslos hasta llegar al tobillo; Carla suspiraba de placer, el ensalivó el ano mientras le metía un poco la lengua, metió un dedo al tiempo que lamia de nuevo los glúteos; se puso de pie para besarle el cuello mientras mantenía uno de sus dedos dentro, este le susurró al oído. – ¿Te gusta mi nena hermosa? - Si, me encanta. Carla se volteó para besarlo, retiró los dedos que la estaban estimulando, se puso de rodillas y le quito el pantalón para morderle el pene encima del bóxer tipo trusa, acto seguido también le bajo el calzón y empezó a pajearlo. - ¿Quieres que te la chupe? - Si preciosa, cómetela entera, es para ti. Carla le dejó la cabeza del pene al descubierto acercando sus labios, primero le dio un beso y empezó a lamerle la parte inferior introduciéndolo poco a poco en su boca. Edgar la tomó de la cabeza con las dos manos y empezó a follarla mientras veía en el espejo del tocador, la visión del cabello de Carla en la entrepierna de él le causo mucho morbo. Carla devoraba ese pene de 19 cm pajeandolo y lamiéndolo en su totalidad, Edgar pensaba que más dura no la podía tener, le metía su falo hasta la garganta de ella. – Que rico la chupas, ¿Quieres que te la meta? Carla asintió, él la tomó de la mano y la llevo a la cama donde ella se quitó el vestido y se acostó boca abajo, Edgar de nuevo empezó a estimular el ano con la lengua e introduciendo los dedos luego de haberle bajado la tanga; después de haberle dilatado el ano con dos dedos, buscó un preservativo. – Voy a entrar. Carla se quitó la tanga y mientras el abría el empaque del condón ella chupó de nuevo el pene de Edgar, acto seguido, Carla se puso en posición de 4 patas alzando la cola mientras él aplicaba lubricante en el ano y en su pene ya con el condón puesto; empezó a penetrarla poco a poco mientras Carla emitía gemidos, una vez que el miembro había entrado completo empezó a embestirla suavemente. – ¿Te gusta así? - Si mi amor, cógeme, que rico se siente. - Que rica estas tú. - Métemela así, me encanta, más fuerte. Edgar empezó a embestirla más rápido, Carla empezó a tocarse su pene erecto de 12 cm. Cambiaron de posición, Carla se volteó y puso las piernas en los hombros de Edgar mientras este la penetraba, una vez acomodados, Edgar agarró sus tobillos y la embistió con más fuerza, al momento de que Carla dobló sus rodillas él se acercó para besarla apasionadamente mientras la seguía follando, el rozamiento del vientre con el pene de Carla la estaba estimulando, Edgar se puso tenso y ambos eyacularon bastante semen aun besándose sin separarse y abrazándose más. Eran las dos de la madrugada, Edgar se despidió con un dulce beso en la entrada del edificio, Carla entró a su departamento, se sentía plena, hasta que un rugido en el estómago la hizo darse cuenta de que tenía hambre, bastante; inmediatamente tomó la mochila y se cambió de ropa además de retirarse la peluca; fue al baño para quitarse el maquillaje. Después de una media hora de nuevo era un chico caminando hacia un puesto de hamburguesas, no tardaron en atenderlo debido a la hora, una vez de regreso a sus aposentos disfrutó de sus alimentos mientras leía un mensaje del teléfono, era Edgar. – Gracias por esta noche, me la pase de lo mejor, espero después te animes de nuevo, descansa preciosa. Le respondió el mensaje con un beso.

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