viernes, 12 de octubre de 2012

COMO ME HICERON SENTIR MUJER


Hola, este es solo el principio de un montón de relatos que tengo para ustedes, este es el primero y espero que les guste. 

En mi barrio había un tipo de 18 años llamado Alfonso, un muchacho blanco, grande de estatura y de muy mala fama, pues se decían que le gustaba toquetear a los chicos y a las chicas, era muy popular por que era bueno para el baile y la fiesta, pero se la pasaba hablando de conquistas y cosas calientes con los chicos y las chicas que se le atravesaban en el camino. Poco a poco se acercó a mí, para este tiempo yo ya tenía 12 años y una gran experiencia sobre sexo y anatomía, pero solo en teoría, pues aparte de los textos científicos e informativos, ya me había leído algo de porno, revistas y cositas de contrabando de algunos amigos y tíos. Pues un buen día regresando al pueblo desde la ciudad cercana me encuentro a Alfonso y comienza el pica pica, me invitó un refresco, nos sentamos a charlar y me preguntó si ya me salía leche de mi cosita y si me gustaban las hembras o quería conocer un macho. Para entonces mi calentura estaba encendida. Me dejó sin habla, yo me dejé llevar, le dije que no sabía nada de eso (me hice el inocente) y el comenzó dale que dale, que si las pajas, que si espiaba a una y otra chica cuando se bañaba, que si fulanita tenía el coño peludo, que si fulanito tenía la tranca grande y menganito la tenía chica....en fin....creo que adivinó lo que provocaba en mí, porque sin mediar palabra se desvió del camino en el regreso al pueblo y se introdujo a la espesura del monte, yo lo seguí temblando con una mezcla de miedo, emoción pero sobre todo calentura.

Caminamos como medio kilómetro afuera del camino, por entre la espesura, de tal forma que conforme avanzábamos nos enredábamos por lo tupido de las ramas, estaba casi oscuro de tantos árboles y hierba, imposible que alguien nos viera y si se acercaban a menos de doscientos metros, la hojarasca nos advertía, se detuvo, me dijo que me iba a enseñar lo grande que era su miembro, me pidió que le enseñara el mío, se lo mostré y me dijo que nada mal para mi edad y mi estatura y que me felicitaba por lo firme que era, pues aún sin estimularlo ya estaba en toda su extensión, lo tomó entre sus manos y suavemente lo comenzó a frotar, pude ver como se transformaba su rostro, como hacía un rictus de placer y sin llevarse mucho tiempo lo metió en su boca, así estuvo chupando un buen rato, casi me lastimaba porque lo devoraba con un hambre atroz. Yo ya me había pajeado algunas veces y había eyaculado deliciosamente, pero esa vez fue la gloria cuando su boca exprimió cada gota de mi joven herramienta. Mientras me chupaba me manoseaba todo, me pellizcaba mis pezoncitos, tomaba mis nalgas entre sus manos, las abría y jugueteaba con mi agujerito y yo volteaba los ojos de placer, exploté como un condenado en su boca y no dejó escapar ni una sola gota. 

Después de esto se levantó y me besó, estaba aún encendido y su lengua me volvió loco de placer, acarició todo mi cuerpo y me levantaba en vilo mientras besaba mi cuello y masajeaba mi trasero. Desde ese momento ya dejé de sentirme como un varón, y me entraron unas ganas endemoniadas de ser mujer….su mujer. Yo sentía que algo duro apretaba contra mi cuerpo, era su herramienta que excitada pedía acción, me decía tantas cosas al oído, que si era una perrita deliciosa, que si me haría su amante, que iba a ser solo suya, en fin, para entonces yo ya tenía nuevamente una erección pero lo mejor estaba por venir. Lentamente sacó su herramienta y yo abrí desmesuradamente los ojos, era un portento de verga, casi 22 centímetros y con un grosor muy impresionante, blanca con la cabeza rojiza, la puso entre mis manos y su calor me encendió aún más, me puso a masturbarlo lentamente y yo estaba encantado, así estuve por un rato y luego me hizo hincar suavemente, tomó mi cabeza, me la dio a oler, me pidió que abra la boca y lenta, suavemente me puso el glande entre los labios, conocí por fin el delicioso sabor de una verga. Poco a poco la fue metiendo, me pidió que la chupara de arriba a abajo, que le pasara la lengua por el glande, que la saboreara, a veces llenaba mi boquita por completo, yo estaba extasiado, me fascinaba su sabor. Poco a poco pude ver que una deliciosa babilla salía de su tranca y la juntaba con mi lengua para luego sorberla por completo.

Su cara se empezó a transformar, me dijo que me iba a llenar de leche la boquita y yo me preparé, la metía y sacaba de mi boca lo más que podía y al tiempo que escuchaba un fuerte gruñido escapando de su boca, pude sentir como casi me ahogaban los borbotones de leche que llenaban mi boca y se disparaban hasta mis amígdalas, yo ya estaba súper encendido y lo devoré completo, comí todo su semen y limpié con mi lengua la totalidad de su tranca. Los dos resollábamos como animales y nos tiramos en la hojarasca cansados y sudorosos, felices los dos de haber descubierto nuestra complicidad y de haber congeniado con tanta química sexual. Nos acicalamos y salimos de ahí tomando dos atajos diferentes para no despertar sospechas. Durante algunos días no supe de él pero me pajeaba recordando todo lo sucedido aquella tarde, luego me di cuenta que me evadía y sus razones tenía, lo habían reprendido por tocarle el trasero a un chico de 14 y lo habían amenazado los padres con dar parte a la policía. Yo intentaba coincidir con él pero me evitaba, se veía cabizbajo y dejó de circular por un tiempo. Demasiado tarde ......por que ahora era yo quien necesitaba algo más, necesitaba repetir aquello o algo mejor....necesitaba sentirlo dentro de mi.....necesitaba sacar a la mujer que llevaba dentro y quería que él, y sólo él lo hiciera, y no descansaría hasta hacérselo saber, buscaba la forma de hablar con él y no lo conseguía, tal vez pensaba que yo también había abierto la boca pero no era así. Mi cuerpo estaba encendido y no dejaba de buscar la forma de enfrentarlo. Recordé que él sabía reparar bicicletas, así que le rompí una pieza a la mía, esperé a que lo viera solo en su casa.....y lo que sucedió después, mi primera y maravillosa vez en que perdí la virginidad y me hicieron sentir como una verdadera hembra, se los contaré en el próximo relato. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario