domingo, 30 de marzo de 2014

JUEGO DE GEMELAS lV

Al siguiente día por la mañana desperté con los primeros rayos de sol y Erika me observaba. -Desnúdate, ordeno. Así lo hice, las marcas del corpiño y las medias daban a mi cuerpo un toque más femenino. -Perfecta, no lo puedo creer, me dio un beso y me recorrió de pies a cabeza. Nos paramos y metimos a bañar cada una por separado, mi maquillaje era un desastre y el pelo era casi lo mismo, al caminar desnuda y sentir mis senos y nalgas rebotar coquetamente, me sentía muy mujer, el agua rodeaba mi cuerpo terso y completamente libre de vello. La inflamación de los procedimientos había desaparecido, pero el volumen seguía ahí. En la regadera teníamos una ducha de teléfono que ahora use sobre mi cuerpo y aplique especialmente en mi entrepierna y sensibles pezones, fue delicioso y me hizo sospechar de la insistencia de Erika para que la instaláramos. Salí del baño y me seque el pelo dejando la toalla enredada y otra más envolviendo mi torso, que sujete tramando la toalla a la altura de mis senos. Al salir del baño Erika estaba ahí. -Muy bien nena, más que sorprendida estoy complacida, pero aun con miles de cosas que asimilar y algunas más que explicar, por los hechos creo que tu verdadero yo se ha apoderado de ti y la mujer que llevas dentro brilla con toda su luz. En cuanto a mí, me has ensenado mucho, sé que soy caliente, más de lo que lo he sido con tu otro yo, y menos de la lesbiana que sacaste de mí la noche de ayer. Como has notado todo empezó por tu falda y por Marco a quien mentí diciéndole que tenía una hermana gemela, a falta de una verdadera estas tu, como podrás haberlo notado y quizás Antonio te haya comentado, invente lo de la micro vagina, como pretexto para tu timidez y tratar de evitar la insistencia de ambos para conocerte, pero eso incremento su curiosidad y deseo, y luego tu con tus ganas de sentirte mujer, me orillaste a ponerte en esa situación, que por cierto, no me cabe duda disfrutaste al máximo. La deje hablar, confirmando mis sospechas y curiosa de lo que estaba a punto de proponerme. -No te quedes así mujer, ¿tienes alguna duda? ¿Quieres seguir con esto? -Seguir, adelante, me has hecho cumplir muchas de mis fantasías y mucho mas. ¿Dudas? Muchas, pero en particular, ¿cómo hemos pagado todo esto? -Esa es una historia un poco larga e incluso inverosímil, aunque he de decirte que más bien es por parte de un trabajo que sólo nosotras podemos hacer. -¿Cómo es eso? ¿Nosotras? ¿Podré trabajar como Jessica? Escucho. -Para empezar estar reportada como enferma en tu antiguo trabajo, entregue los comprobantes de la clínica y tienes quince días para volver, después de tu supuesta recuperación, por si quieres dar marcha atrás, sólo tienes que dejar la dieta, los días de belleza, la ropa, los tratamientos y algunas cositas más, y listo volverá tu otro yo, aunque algunas cosas como las perforaciones de los oídos y los pezones agrandados se conservarán, pero después de un tiempo nadie lo notará. -De ninguna manera, he empezado y ahora me siento más feliz que nunca. Respondí rápidamente. -Bien, entonces. Podemos seguir con el plan. -Soy toda oídos. Sin darme cuenta ya pensaba en femenino. Había respondido como tal y las piernas cruzadas y la forma de llevar las toallas lo confirmaban. -Lo ves eres toda una nena, mírate nada más. A lo que íbamos. Primero como conocí a Marco. Gracias a tu olvido, mi seguridad como mujer se habían deteriorado, sentía que no era capaz de tener a un hombre real a mi lado y que por eso lo habías hecho, entonces, en una de las idas a “casa de mi madre”, en las que por cierto creías que no me daba cuenta, pero era evidente que usabas mi ropa y todos mis cosméticos y además un día encontré tu juguetito que al parecer tiraste a la basura para evitar más daño, lo bueno que ya tenemos otro. Se carcajeo y yo con ella. -Y muy sabroso por cierto. Pero dime más ¿qué onda con Marco? -Para empezar lo conocí en el camión, iba a una junta de negocios a la misma ciudad donde vive mi madre. Hubo un accidente en la carretera, justo como te lo conté, y tardamos cuatro horas más de lo programado. Él perdió su reunión e hizo los arreglos por teléfono, se notaba que se dedicaba a los negocios. He de confesar que ya tenía planeado irme a un hotel y salir a tomar una copa por ahí. Como pasa en estos casos empezamos a platicar para mitigar el tiempo, más que nada hablamos de los tiempos de la escuela y las cosas chuscas que hacen las mamas, recuerdas mi foto en tamaño natural donde me retrataron desnuda a los tres años. -Como olvidarla, si cada reunión concurrida tu madre no puede evitar mostrarla al público en general. JAJJAJA -Pues tenía una parecida y poco faltaba para que sus papas la proyectaran en el zócalo el día de la independencia. Reímos con locas imaginando la escena. -Imagino su tilincito meneándose por ahí, jejeje. -¿Quién dijera que ha crecido tanto? -Por lo que ví el otro no día, no tanto como el de Antonio. O ¿Sí? -En que te fijas mujer, eres toda una putita, no me cansaré de decirlo. -Al menos eso entendí cuando hablamos de ello en el coche. De cualquier forma que rico, ¿no crees? -Ya habrá tiempo de resolver tus dudas, dijo con sonrisa de complicidad. Volviendo a la historia, empezamos a tener cosas en común y pasamos un buen tiempo juntos. Al llegar a la estación me dijo que si deseaba compartir el taxi, pues no le parece bien que me fuera sola a esas horas de la noche, eran alrededor de las dos de la mañana. Acepte y por coincidencia íbamos al mismo hotel, así que no hubo problema. -Toda una película, a que sino hubiera sido tan guapo no te reías tanto, seguro ya estabas bien mojada, nada mas de tenerlo sentado a tu lado. Cuéntame más, dije con entusiasmo. Parecíamos dos amigas platicando de hombres y de hecho sentía ese picor en el culo, de cuando tienes ganas de tu vitamina “P”. -Putita, te dijo. El caso es que llegando al hotel, la recepcionista se disculpo por no tener mas habitaciones disponibles, diciendo que así son los días de fiesta. Él menciono que tenía reservación a nombre de Marco, esto me extraño, pues se había presentado como Antonio. En ese caso no es problema. Me puede dar el nombre de su esposa, pregunto la chica y respondió, Erika. Cuando la señorita se volteo para ir por las llaves, el me dijo que no habría problema, que podía dormir en el sillón, acepte. Era lógico que no encontraría ninguna habitación disponible en la ciudad, por lo que acepte. -Pues que sufrida te viste, o ¿debería decir putita? Sigue, sigue ándale y escribamos una novela. -No habíamos comido nada y por la hora el restaurante estaba cerrado pero tenían servicio a la habitación, así que pedimos unas carnes asadas con pasta y vino tinto, con pretexto de probar pidió dos botellas, no sea que una no fuera de nuestro agrado. La habitación tenía una cama King size y propuse poner algunas almohada como división, y el acepto. -Fue el día que ibas hecha toda una reina, con tus botas negras, mallas, un blusón que parecía minifalda que se abrochaba con botones y que dejaba ven tu lindo escote enmarcado por tu pelo suelto, y recuerdo que también te estilizaste el pelo con la secadora para darle volumen. Tu chaqueta negra de espía y un cinturón de cadenas plateado completaba el atuendo. Creo que llevabas por tu coordinado de encaje negro con bra a media copa. Supongo que con los lentes parecías toda una supermodelo. Comenté casi son respirar, hablando muy rápidamente, note que también había adquirido o más bien ya tenía algunas habilidades de mis congéneres. -Mirala, fijadita ¿eh? Efectivamente, pero que memoria. Me metí al baño, un poco indecisa por estar ahí con un desconocido a solas. Pase al baño, tal como lo dijiste mi tanga estaba empapada y la seque con papel igual que mi intimidad. Mientras, estaba en el baño lo escuche responder una llamada, en la que parecía que alguien le preguntaba si estaba bien y seguro, el respondió que sí y que tenía controlado todo. Salí haciéndome, la disimulada y por alguna razón no salí corriendo cuando el entro al baño a hacer lo propio. -Pues por p…taaa, dije, soltando otra carcajada. -¿Cómo tu comprenderás? ¿Verdad? Entre tanto tocaron la puerta y abrí para recibir la charola con alimentos, el mesero la acomodo en la mesa, traía unos platones muy elegantes, copas para agua, copas para vino, velas y hasta una flor. Me pregunto que vino destapar y señale el primero que se me ocurrió. Cuando el mesero salió, apague las luces y me senté a la mesa a esperar a Antonio. -¡Qué romántico! Ni planeándolo. Sigue, no pares. -El salió del baño, y me miro con cara de sorpresa. Pregunto, que es todo esto. Le respondí que si el universo confabula quien somos nosotros para negarnos. Se sentó en la silla que quedaba de frente y sirvió, el vino. Brindamos por la serie de inverosímiles pero felices coincidencias y pasamos la cena más o menos en silencio, un poco por el hambre y otro tanto por la atmósfera romántica, como tú lo has dicho. Evidentemente, cruzábamos miradas y más de una vez me sorprendí observándolo mientras bebía de su copa, admirándole, se veía tan… -Putita. Siempre lo supe, dije con tono juguetón. -¿Es reclamo? -Simplemente, siempre supe que necesitabas un hombre de verdad para que explotara esa hembra que al menos con mi antiguo yo permanecía dormida. Incluso me da gusto, no solo por ti, sino por mí. Sigue, sigue. -Se veía muy varonil, con la sombra de una barba de todo el día. Y efectivamente, de cuando en cuando era él quien me observaba detalle. Al terminar de comer, brindamos nuevamente, por los retratos de tamaño natural. Esto rompió el hielo con risas y un trago largo que termino con nuestras copas, que el lleno nuevamente. Volví a brindar, por todos aquellos que vieron nuestras cositas, reímos de nuevo, pero ahora cruzamos los brazos y nos vimos a los ojos, según la usanza europea, como el comento. El siguiente brindis fue por todos los que quisieran ver nuestras cositas de nuevo. Y luego brinde por la sorpresa que se llevarían, volvimos a cruzar el brindis y esta vez nuestros cuerpos se acercaron un poco y podía sentir su calor. -¿Y se vieron sus cositas? Pregunte. -Esa fue la dirección que tomo el resto de la plática. Le dije que recordaba los tilines de los niños pequeños y que parecían muy inocentes, no que de grandes. El pregunto, de grandes ¿cómo son? Hasta dan miedo, al principio, una piensa que como te va a caber todo eso en esta rayita. Jaja se rió, y me comento que él pensaba que la vagina estaba por el ombligo o algo así. Caímos en la plática de que a qué edad salieron los primeros vellos y demás. Y luego me sorprendió observando su entrepierna que mostraba un buen tamaño. Solo me dijo, te dije que creció. Jajajaja soltamos la carcajada. -Y, ¿Había crecido mucho? Le volvía preguntar. -Mucho más de lo que estaba acostumbrada, definitivamente. Entonces, me pregunto que si aún me seguían dando miedo. A lo que respondí que sólo los muy grandes! Así que te vas a espantar, dijo él. Me reí y tendríamos que comprobarlo. Fue entonces que acerque mi mano a su sexo que estaba completamente duro y se acomodaba sobre su muslo, sentí que un río salía de mi interior y que no solo mi tanga estaba mojada, sino que parte mi muslo también. Y tú has cambiado mucho, me pregunto mientras acercaba su mano a mi entrepierna. Pues, solo se volvió peludita y juguetona. ¿Y a que le gusta jugar? -A las escondidas, ¿adivine? -Te de las sabes de todas, todas ¿verdad? Eso mismo le dije. Las velas y el vino se consumieron, y en completa obscuridad enmudecimos para empezar a besarnos tiernamente, abrazándonos y sus manos me empezaron a explorar recorriendo mi cuerpo, casi provocándome orgasmos con sus hábiles dedos que se deslizaban sobre mi piel. A la vez fui recorriendo sus pectorales y de cuando en cuando recorriendo su sexo que pacientemente se preparaba debajo de la ropa que lo aprisionaba, pero no por mucho tiempo. No supe cómo, pero de pronto ya estaba desnuda, con mis senos a punto de explotar, mis jugos escurriendo por entre mis nalgas y mi respiración agitada. El se detuvo a ver mi sexo, lo contemplo y me dijo al oído, vaya que ya no es el de una niña. Me volvió a besar en los labios para ir bajando por todo mi cuerpo deteniéndose en mis senos y llegando de nuevo a mi cuevita, que pensé atacaría sin piedad, para lo que levante las caderas, pero solo la olfateo y su cara parecía embelesada, mientras besaba el interior de mis muslos me percate de que se había desnudado también y fue cuando a empezó a subir trepándome, con lo que nuestras pieles se tocaron con emoción, eso libero un pequeño orgasmo, se recostó boca arriba y me enseño su sexo perfectamente erecto e imponente. ¿Y ha crecido? Pregunto. Con la tenue luz que entraba por la ventana se veía una sombra sobre su torso. Le respondí que tenía miedo. Tapo mi boca con sus besos y me tomo de las caderas. Me guio a montarlo, sin que nuestros labios se separaran, baje mi mano para buscar su sexo y guiarlo a mi cueva, pero él lo evito y me susurro al oído que lo busca, estaba tan firme que me fue muy fácil sentir la punta golpeando mi pubis y con movimientos de cadera lo encontré poniéndolo entre mis labios vaginales, me dispuse a sentarme para sentirlo de una vez, pero lo evito con sus muslos y movió mis caderas en formo circular con lo que solo la punta abocardaba la entrada a mi húmeda y desesperada intimidad. -Como lo dijo Antonio, te quería hacer gritar. -Efectivamente, me tenía a punto de suplicarle que me penetrará y entonces me la saco y grite de desesperación, volví inmediatamente a buscarlo con los labios de mi vagina y lo encontré, esta vez sus piernas descansaban sobre la cama y pude sentarme sobre él de un solo golpe, y de nuevo grite como loca de placer. Me sujeto con fuerza para que me quedara así un instante, mientras me dijo al oído, ahora ya no tienes miedo, ¿verdad? Solo respondí con un quejido y moviendo mi cadera para invitarlo a iniciar la fricción, me saco casi la mitad y la clavo poco a poco en pequeñas embestidas que me entregaron un orgasmo que me hizo gritar tanto que incluso puso su mano sobre mi boca, pues con seguridad despertaríamos a todo el hotel, pero no me importo. Me toco el clítoris y controlo mi placer con maestría. Una vez que pasaron los espasmos, fui yo quien lo cabalgue alocadamente por unos minutos. Sin zafarnos me levanto y puso mis nalgas sobre la división que habíamos puesto en la cama, con lo que quede más expuesta a sus embestidas que acelero por unos minutos, para luego tomar mis piernas y ponerlas sobre su pecho, con lo que aumento la fricción y al sentir que explotaba en placer y me llenaba de ese néctar que quemaba mi interior, me regalo otra serie de orgasmos que terminaron por hacernos desfallecer, justo cuando los primeros rayos de sol se anunciaron por entre las cortinas de la habitación. Quedamos abrazados. -Guauuu, ¿Sabes? -¿Qué? -Así como lo narras se antoja. Volvimos a reír y nos empezamos a acercar, quite sus toallas y ellas las mías, solo para descubrir nuestros erectos pezones y su húmeda intimidad, nos besamos y en de alguna manera acabamos buscando el dildo doble y repitiendo la escena, donde era ella la que cabalgada el dildo que se perdía en mi entrañas, mientras permanecía acostada boca arriba. Después de un orgasmo simultáneo, nos levantamos, nos vestimos con ropa casual, solo un bra de algodón con panty coordinada, una blusa naranja y el pantalón con que salí del spa. Con un par de jugos y dos sándwich de pavo con lechuga, continuamos la plática. -Y, ¿luego? Pregunte, curiosa. -Paso algo muy extraño, sonó el celular, al parecer un mensaje, se levanto sin decir nada y se dirigió al baño, pero escuche la puerta de la entrada de la habitación, no le di más importancia, en ese momento. Y me tendí unos minutos más en la cama. Salió del baño, vestido con la misma ropa del día anterior, pero algo en su mirada era diferente, parecía como si el amanecer hubiera acabado con el amante que tenia por la noche. Me invito a comer y me llevo a la central de autobuses, se despidió con un beso en la mejilla y me pidió mi número. -¿Qué raro? Así son los hombres. -No, era eso, era algo más. Pero ahora debemos de hablar de algo más. ¿Tomaste las pastillas? -¿Cuáles? -¿No has leído, el mensaje que se quedo en tu bolso? -Es verdad, voy por él. Había una serie de instrucciones y cuidados para mi “microvagina” con alguna crema para la limpieza y correcta cicatrización, que por cierto ya no sangraba mas, junto con una serie de pastillas rosas, montadas en un empaque que indicaba el día de cada una, como si fuesen anticonceptivos. Además, había un par de ampolletas con hormonas femeninas, que según la nota, harían mi experiencia más vivida y ayudarían con la sensibilidad de mis senos, pero que podrían no dejar efectos irreversibles, por lo que dejaban la decisión de tomarlas a mi criterio. Había también unas cremas antiestrías, que debía frotar en mis senos y cadera cada día. -¿Me inyectas? Dije al terminar de leer. -Esa es mi chica, respondió Erika. En la siguiente entrega les contare mas de los planes para Jessica y descubriremos un poco mas de Antonio… Les dejo mi correo para quien desee contactarme o cualquier comentario respecto a la historia, besos (moniquedt at live.com.mx)

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