sábado, 22 de marzo de 2014

UN MOMENTO DE DECISION

El Momento de Decisión Continuación de "Mi Primer Día" y de "La Naturaleza me hizo Mujer" Habiendo pasado la prueba de mostrarme al mundo como chica, y habiendo conocido el amor por primera vez, sentía que daba pasos agigantados en mi nueva vida como mujer. Era algo así como si yo siempre había tenido dentro de mí a una mujer, y aunque anteriormente dormida, ahora había despertado dirigiendo mi nueva vida. No toda mi vida fueron una serie de buenos días y felices momentos, también viví noches de angustia y momentos tristes. Digo esto por el primer amor de mi vida: Michelle. Aún recuerdo el estar en las nubes, las mariposas en mi estómago, y los suspiros que experimenté por primera vez al empezar a salir con aquel rubio de ojos claros. Creo que yo que como cualquier otra chica de mi edad, me ilusioné demasiado, que hasta veía estrellas y escuchaba melodías de amor cuando hablaba o veía a mi novio. Aquellos fueron tres meses de mucha ternura, cariño, ¡y claro! también de muchos besos que poco a poco fueron subiendo de intensidad. Todo se sentía tan bien, tan natural, sentía un amor tan sincero y tan hermoso por él, algo que no quería que acabara nunca. Un día hablé con mi madre (ya saliendo con Michelle) para preguntarle cuando podría tener novio. Mi pregunta sorprendió mucho a mi madre. Supongo que después de haberme acompañado en el proceso mi transformación, ella me consideraba ya como una hija, pero como a una hija pequeña, una niña, una muñequita a quien ella podía vestir y maquillar, mas no me veía como a una adolescente que convirtiéndose cada día más en mujer, estaba llena de ilusiones, sueños, y curiosidad por saber lo que tiene la vida para mí. Mi madre, secamente me respondió, "no creo que sea apropiado que tengas novio aún." Y yo, como cualquier otra adolescente, me enojé, e hice la pregunta que todas hacemos en ese momento: "¿Y por qué no, mamá?" Aquella fue una discusión que fue subiendo de tono, repleta de argumentos y excusas, hasta llegar a gritos y regaños, cuando estábamos ya al punto de la desesperación, mi madre dijo unas palabras tan hirientes que me dolieron hasta el alma: "¡No puedes tener novio porque tú no eres una mujer de verdad!" Sentí que con esas palabras mi madre me apuñaló por la espalda, ¡después de todo lo que habíamos vivido juntas!, en ese momento probé el amargo sinsabor de la traición de mi propia madre. No dije palabra alguna, dejé a mi madre sola, y me salí corriendo de la casa. La primera persona que se me vino a la mente al salir fue Michelle, "él si me ama de verdad" pensé yo, y fui a buscar consolación en sus brazos. Esa tarde comenzó a llover. Me subí en un taxi para que me llevara a casa de Michelle. Ni siquiera me importó ir a verlo sin maquillaje y mal vestida (jeans, tennis, y una blusa blanca sin chiste). Mientras en el camino, miraba por la ventana del carro a la gente a mi alrededor. Veía a otras chicas con una vida normal y simple. "¿Por qué? ¿por qué me tocó a mí batallar así?" me decía yo en mi interior mientras lágrimas salían de mis ojos, "¿Por qué Dios quizo que naciera hombre y ahora me pasa esto? ¿Por qué me tocó a mí esta prueba?" continuaba castigandome en mis pensamientos, a la vez que me empecé a odiar a mi misma por tener pene y haber nacido así. Solo le daba vueltas en mi cabeza a lo que acababa de pasar con mi madre y a mis pensamientos. Después de unos cuarenta minutos de sufrimiento dentro de aquel taxi finalmente llegué a la casa de Michelle. Michelle abrió la puerta, me vio completamente empapada, y sin palabras simplemente lo abracé lo más fuerte que pudé. Michelle no dijo palabras, adivinó que algo estaba mal y consolandome entré con él a su casa. Había empezado a obscurecer y nadie estaba en la casa de Michelle, solo él y yo. Michelle me invitó a pasar a su cuarto a darme un baño, pues de lo empapada que estaba no quería que me enfermara. Me invitó a sentarme en su cama y pasándome una toalla finalmente me preguntó acerca de lo que había pasado. Yo no le quise decir nada, sólo quería estar con él. - "¿No me vas a decir que pasó? Estoy preocupado por ti, mi amor" me insistió Michelle. - "Son cosas que no entenderías" le respondí, "lo único que quiero saber es ¿qué si tu me amas de verdad?" le pregunté yo mientras me secaba con la toalla que me dio. Michelle no respondió a mi pregunta, en cambio solamente dijo animosamente: - He estado guardando una sopresa para ti, pero ya que estas aquí, te la daré. En aquel entonces había un grupo americano llamado ´N SYNC y todas las muchachitas (incluyéndome) estabamos locas por esos chicos y sus canciones. Michelle sabía que me gustaban, así que de la nada, sacó una radiograbadora y se puso a cantar una canción que según él hablaba de mí: For the Girl who has everything (para la chica que lo tiene todo), era el título de la canción. Y así se pusó a cantar toda la canción que Michelle había memorizado en mi honor (aquí esta parte de la letra). For the girl who has everything (para la chica que lo tiene todo) I bring you love (te traigo amor) Cause the girl who has everything can't get enough (porque la chica que lo tiene todo no puede tener suficiente) Of my love(de mi amor) Why do you run and hide? - Say what you feel inside (¿Por qué corres y te escondes? Di lo que sientes dentro) Girl you need to understand (Chica tú tienes que entender) Your heart is safe within my hands and (que tu corazón esta seguro en mis manos y...) I promise I'll never break it...ohh.. (que prometo que nunca lo romperé) ¡Oh esa canción, ese chico, esa tarde! El amor de Michelle en un segundo me trajo de regreso a ese mundo de sueños, nubes, y miel, en ese momento olvidé todo lo que había pasado con mi madre, todo mi rencor, mi frustación, y mi odio. En ese momento caí totalmente enamorada de Michelle, como una adolescente hipnotizada o embriagada por el primer amor. En ese momento estaba dispuesta a todo, a decirle el porque me había encontrado llorando a las puertas de su casa, a decirle el problema con mi mamá, pero mas que todo a decirle mi más grande secreto. Me armé de valor, me pusé de pie (aun estando medio mojada), pero cuando estaba a punto de abrir la boca para decirle algo, él se acercó a mí velozmente, me abrazó on fuerza y me besó con mucha pasión. (¡Oh, qué rico momento!). No pude abrir mi boca para decir algo, pero sí para besar esos labios tan ricos. El momento fue subiendo de intensidad, me empujó a la cama donde se abalanzó sobre mí. Nuestros labios simplemente no se podían despegar, el comenzó a acariciar mi cintura y mi espalda, y yo estando boca arriba lo agarraba de su espalda y nuca besandolo y mordiendo sus labios sin saciarnos. Estuvimos muy apasionados por un tiempo, hasta que le quité su camiseta, quería sentir su piel, tenerlo muy cerca de mí. Michelle a su vez se bajó a mi cintura y levantándome un poco la blusa comenzó a besarme el ombligo y mi abdomen. ¡Esos labios se sentían muy bien! Por un momento me preocupé de que Michelle notara mi erección, pero mi pene se acomodó de tal forma que estaba muy escondidito entre mis piernas, así que no se veía ni sentía nada. Michelle continuó besándome y acariciándome un poco más arriba cada vez, llegó a mis costillas, dándome besos y suaves mordidas. Sus manos que se habían mantenido en mi espalda comenzaron a subir un poco más. Finalmente, Michelle no resistió más, me hizo sentarme en la cama, y de un jalón me quitó la blusa que traía puesta (me la jaló con tanta fuerza que la rompió) solo para darme cuenta que no traía puesto brassier esa tarde (con las prisas se me olividó ponerme uno). Así que ahí estaban mis virginales pechos erectos enfrente de los ojos de Michelle, quien se veía tan apasionado y excitado, que en un segundo después de admirarlos comenzó a tocarlos, a besarlos y a continuar sus caricias por ellos. ¡Esa sí que fue una experiencia! Aquellas caricias y besos, los primeros en mis pechos, me hicieron ponerme a mil, ¡gemía con una gran fuerza!, nunca había sentido tanto placer en mi cuerpo, me di cuenta que mis pechos eran super sensibles a esas caricias, creo que casi lograba un orgasmo de tanto placer que sentía en ellos. Aquel tímido Michelle se había ya convertido en un hombre que sabía lo que quería, mientras que yo centímetro por centímetro de mi piel me iba convirtiendo en su mujer, en su chica. Después de saciarse (y de saciarme) con mis pechos, Michelle volvió a mis labios, yo creo que tanto gemido asustó a Michelle de que fuera a asustar a los vecinos. Seguimos besándonos apasionadamente por unos segundos hasta que de repente se escuchó el timbre de la casa. En ese momento los dos nos dejamos al instante, Michelle saltando de encima de mí, se pusó de inmediato su camiseta, y me dijo, "quédate aquí, iré a ver quién es." Yacía yo acostadaba agotada por el placer que acaba de sentir, pensando que seguiríamos toda la noche sin parar, cuando por el pasillo escuché la voz de mi madre, "Yo sé que Cary esta aquí, dile que venga conmigo por favor" le dijo a Michelle. En el momento salté de pánico, me pusé la primera camiseta que hallé (una color verde), ya que la que traía estaba rota y salí a ver a mi madre. -Despidéte de tu amigo, Cary, vámonos a la casa. Me ordenó mi madre. Yo estando ya tan cansada de llorar, enojarme y odiar, y después de todo lo que había pasado en casa de Michelle, no discutí y en cambio le respondí un aburrido y seco:"Ya voy..." Mi madre se fue al carro, mientras que en la puerta, Michelle y yo nos despedimos. -"Debo de confesarte algo" me dijo Michelle... - "Yo también debo de confesarte algo" le contesté. Pero dime tu primero, le insistí. -"Cuando llegaste a mi casa toda empapada, me excitaste mucho, sobre todo porque podía ver tus ricos pechos y pezones asomándose por esa camiseta mojada. No pude resistir la tentación de besarlos y morderlos, estan muy ricos y sabrosos" Me dijo casi susurrándome al oído. -"¿Te gustan?" le pregunté coquetamente. -"¡Me encantan!" me respondió con cara de niño malportado. "¿Y cuál es tu confesión?" continuó él. -"Luego te diré" le respondí cortantemente ya que mi madre estaba ya mostrando desesperación en el carro. -"Te amo" dulcemente se despidió de mi con un beso en la mejilla. -"Yo te amo también" le respondí. Me subí al carro con mi mamá, que ya se desesperaba por la escena de amor entre Michelle y yo. Ya en el carro y a punto de arrancar de regreso a casa, mi madre me preguntó: -¿Qué acaso no te fuiste de la casa con una blusa blanca? me dijo con tono de reclamo. A lo que sarcásticamente respondí yo: -"Sí así es, tú me viste salir con una blusa blanca" ¡Que día! No olvides comentar o escribirme.... Besos

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