lunes, 21 de abril de 2014

UN GOLPE DE SUERTE

- Que te digo que no, Ignacio, no podemos permitirnos eso. - Piénsalo! es una oportunidad -se oía al otro lado del teléfono. Tomás e Ignacio eran socios y ambos tenían un despacho de abogados. Si bien Ignacio era brillante, Tomás era el que desde siempre había asumido el control financiero. Las cosas les iban muy bien, y el despacho que tenían desde que juntos se licenciaron ya se les quedaba pequeño y no estaba situado lo suficientemente bien como para la clientela a la que aspiraban. Ignacio había visto una oficina en alquiler en un edificio muy céntrico y señorial. Pensaba que era su oportunidad para subir a otro nivel, aunque Tomás sabía que últimamente las cosas estaban para ser mas consevador. - Ya lo se que sería muy bueno, pero nos cuesta mucho dinero y si viene un mes malo no se si llegaremos. - Que si, hombre, ya verás como nos va a ir mejor, confía en mi. - Pero tienes que mirar... OSTIASSSSSSS!!!! Tomás se había despistado con la conversación y cuando quiso darse cuenta, en un paso de cebra, no había frenado lo suficiente y una mujer estaba pasando. El atropello no fué excesivamente grave, pero si dió con la mujer en el suelo tras el golpe del parachoques en su pierna. Tomás, consciente de las implicaciones legales que le podría suponer, salió raudo de su coche para auxiliar a la mujer que estaba lamentándose en el suelo. - Estás bien? Te puedo ayudar? - Joderrrr, me duele mucho! Creo que tengo la pierna rota. - Perdona... no te vi pasar. Pero si quieres te subo al coche y vamos de inmediato al hospital. - Ya podrías ir con mas cuidado! Esto me va a costar el trabajo!!! Tomás supuso que la mujer, de acento extranjero, estaría trabajando como ilegal ya que en caso contrario el accidente solo le supondría una baja. Como pudo cogió a la mujer para introducirla en su elegante BMW, mientras ésta seguía quejándose del dolor producido por el golpe. Sin quererlo, comenzó a fijarse en el cuerpo de la mujer que tenía en sus brazos, sus piernas eran firmes, de gimnasio, pensó, y su cintura fina. El pecho también parecía ser bonito. En ese momento le surgieron los reproches. ¿Como podía pensar en eso en una situación así? Por supuesto, ya había evaluado las consecuencias legales de aquello y estaba decidido en ayudar a la mujer en todo lo necesario, incluso económicamente, para que la cosa no fuese mas allá y evitar una denuncia. Después de sortear la nube de curiosos que se habían agolpado alrededor del coche y de sentar a la mujer dentro, Tomás entró cabizbajo al coche y buscando mentalmente la ruta mas corta al hospital mas cercano. Sin entretenerse demasiado, arrancó el coche dejando atrás los comentarios que, como poco, le tachaban de asesino. - Perdona, de verdad. Mira, me llamo Tomás y voy a ayudarte en todo lo necesario. Si tienes algún problema en tu trabajo por esto, no te preocupes porque tengo un despacho de abogados y te defenderé completamente gratis. - Gracias! -contestó la mujer-. Ahora lo que necesito es que cese el dolor en la pierna. - Claro, claro. En seguida llegamos a un hospital y alli te atenderán perfectamente. Pero el itinerario que Tomás había planificado resultó estar saturado de coches. Incluso tratar de salir del atasco parecía difícil y solo aseguraba meterse en otro. Pasado un rato, Tomás notó que las quejas de la mujer habían disminuido un poco y preguntó: - Que tal? Te duele menos? Antes de que la mujer pudiera responder, Tomás habló de nuevo. - Si fisicamente vas mejor es lo principal y ya te digo que por el tema del trabajo no tienes que preocuparte, te daré todo mi apoyo. Las noticias en la radio del coche hablaban de nuevo de la crísis. Tomás para si mismo seguía dandole vueltas al cambio de oficina. Las perspectivas económicas aconsejaban quedarse como estaban. En esto recordó que había dejado a Ignacio cortado. Le llamó por el móvil explicándole lo ocurrido sin dar muchos detalles y le dijo que asumiese él un compromiso que aún tenía ese día. Media hora mas tarde y pensando en el atasco que aún quedaba, al pasar frente a un centro de salud la mujer le dijo: - Mira, paramos aqui, si quieres, que me hagan una exploración. El dolor va cediendo algo y no estoy segura de tener rota la pierna. Por suerte un poco mas adelante salía un coche de un aparcamiento con lo que Tomás no se lo pensó y aparcó el coche ahí. Ayudó a la mujer a salir del coche y de su brazo la fué llevando hasta el centro de salud. Una vez dentro, la mujer contó lo acaecido y la hicieron pasar a un cuarto. Tomás, que se había quedado esperando aprovechó para hacer unas llamadas. Pasaba el tiempo y la mujer seguía dentro. Ya se temía lo peor, que hubiera fractura e importante. Estaba realmente preocupado y a la vez, algo en esa mujer le atraía. Su figura era esbelta y tenia un muy buen físico. Además, el acento extranjero y su tono de voz le daban cierta sensualidad. Cayó en que aún ni sabía su nombre ni otro dato, mas allá de que peligraba su trabajo. Por fin, un buen rato después salió la mujer con la pierna completamente vendada. La enfermera le dió unas recetas y le dijo algo que fué imperceptible para Tomás. La mujer, mirándole, hizo un gesto señalando su venda. - Cómo estas? Tienes rota la pierna? - No, menos mal. Pero no voy a poder casi andar en una semana mas o menos. - Por la baja no te preocupes -dijo Tomás seguro de sí mismo y de sus habilidades como abogado. - Baja? Soy... bueno, autónoma. - Ufff -suspiró Tomás preocupado por la posible indemnización-, y tendrás seguro, no? - No, esa es la putada, que voy a perder mucho dinero hasta que me recupere. A Tomás no le llegaba la camisa al cuello. Empezó a calcular cuanto podría ofrecerla, de modo que no pusiese una denuncia. Incluso, estaba dispuesto a pagar algo más que la posible indemnización con tal de no quedar marcado legalmente por eso. Instintivamente condujo el coche en dirección a su propia casa, hasta que cayó en que debería llevar a la mujer a la suya, y a ser posible, tratar el tema económico. - Por cierto, ¿a dónde te llevo? ¿A tu casa? - A mi casa? No se si... - Mira -continuó la mujer-, es que vivo en un piso bastante alto y sin ascensor. La verdad es que con el reposo que me han mandado no sé si podría estar ahí. Quizas a casa de... La mujer se quedo dudando en silencio y tras eso rompio a llorar. - ¿Que te pasa? ¿Te duele? -pregunto Tomás. - No, solo es que no se dónde ir. No tengo familia aqui y las amigas no creo que..., vamos, que prefiero no molestarlas. Tomás pensó por un momento que si la llevaba a su casa al menos esa noche hasta que se le pasase un poco el dolor se ganaría el favor de la chica y quizás la ablandase un poco de cara a una indemnización. Al fin y al cabo, en su casa habia dos habitaciones de sobra desde que se divorció y no había nada de especial valor que pudiese preocuparle, por si la chica fuera menos honrada de lo habitual. - No se que te parecerá -introdujo Tomás-. En mi casa hay una habitación libre y podrías pasar la noche. Así me quedo mas tranquilo por que si sucede cualquier cosa te puedo acercar inmediatamente a un hospital. ¿Aceptas? - ¿En tu casa? -preguntó muy sorprendida la mujer. - Bueno..., si no te importa a ti, claro. Los sollozos de la mujer cesaron. Tomás suspiró aliviado al ver que podría calmarla un poco. - A todo esto ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Tomás, creo que te lo dije antes. - Isabel -le contestó la mujer-, encantada. - Igualmente, aunque hubiera preferido conocerte en otra situación. - ¿Y dices que tienes una habitación libre? -preguntó Isabel cambiando de tercio. - Estooo, si, en realidad hay dos libres, puedes escoger si quieres, pero una de ellas te será mas cómoda, creo. Estaban llegando a la casa de Tomás, un edificio de ladrillo moderno y de aspecto acomodado. El coche entró en el garaje y tras aparcar Tomás, muy cerca del ascensor, ayudó a Isabel a llegar hasta el mismo. Subieron a su casa y Tomás abrió la puerta e hizo un gesto invitando a entrar a Isabel. - Vaya! menuda casa tienes! -dijo Isabel-. Es bonita. - Si, bueno, lo principal es que es cómoda, lo digo por tu pierna. Tomás hizo sentarse a la mujer en un sofá y percatándose de que eran casi las nueve de la noche la ofreció cenar. Isabel aceptó aunque pidió si era posible una ensalada, ya que cuidaba mucho su fisico. Fué a la cocina y alli estuvo un buen rato hasta que salió con el delantal aún puesto y con una bandeja en la que había varias cosas, entre ellas una ensalada. Isabel al ver a Tomás de esa guisa sonrió. Tomás era la primera vez que la veía sonreir y ciertamente le gustó. La cara de Isabel tenia un "no se qué" que le atraía. Raudo, se volvió a la cocina y de nuevo llegó con otra bandeja en la que iba su propia cena. Se sento en el sillón de al lado y pregunto a Isabel. - Quieres que ponga la televisión? Bueno, aqui tienes el mando para que pongas lo que te apetezca. Por cierto ¿de que te reías cuando te he traido la cena? - De tus pintas con ese delantal. Parece muy femenino. No me digas que tu eres de los que... - Nooo -la cortó en seco Tomás-, es, o mejor dicho, era de mi mujer. Me divorcie hace un año mas o menos. La conversación entre ambos empezó a ser mas fluida. Tomás notaba como Isabel iba dejando de estar tensa asi que decidió no preguntar nada respecto a su trabajo, para no volver al tema de la indemnización. Tiempo habría una vez descansase Isabel. Terminaron de cenar e Isabel bostezó. Tomás le ofreció levarla a la habitación por si quería dormir. Le contó que por la mañana el se tendría que ir temprano y le dió su telefono por si ella necesitaba algo durante la mañana siguiente. Isabel dijo que preferia de momento no acostarse, ya que tenía su pierna puesta de tal forma que en ese momento no la molestaba en absoluto e igual el moverse la haría daño. Pero como a la media hora Isabel se quedo dormida en el sofá. Tomás, que con sigilo había recogido las bandejas y las había llevado a la cocina, pudo observarla con tranquilidad. No es que Isabel fuese un bellezón, pero no podía dejar de mirarla. Tan absorto se quedó que en un momento que Isabel despertó dijo: - Perdona, pero que miras tanto? - Uy!! perdona tu, me habia quedado pensando en cosas mías y no me di cuenta de que despertabas. - Me voy a ir a dormir. Me acompañas, por favor? Tomás se levantó raudo a ayudar a Isabel. La cogió del brazo y la fué acompañando por el pasillo. Recordó que aun quedaba en la casa alguna ropa de su mujer y le ofreció buscar algo para dormir, pero Isabel lo rechazo diciendo que solía dormir desnuda. Oir esto le supuso a Tomás una erección repentina mientras vio como la cara de Isabel se giró mirandole de frente y fijamente, con un gesto de sorna. Lo primero que penso fué que se habría percatado de la erección, pero era casi imposible. Aún así, hizo un gesto tratándola de disimular, lo que acabo por delatarle. - Que te pasa? Te he pisado? -preguntó burlonamente Isabel. - No, es que... ufff... a ver como te lo explico. - Que te has puesto palote al saber que duermo desnuda? - Esto... si, perdoname -dijo Tomás avergonzado. - Vaya, o sea, que me atropellas y despues te empalmas pensando en una pobre chica lesionada? Tomás ya no sabía donde meterse. Tenía claro que era mas bien un jugueteo de Isabel, pero no sabía por dónde le podría salir. Prefirió esperar acontecimientos. Isabel se acerco mas a él, y cuando se quiso dar cuenta los labios de Isabel rozaban los suyos. - Esto es para darte las gracias por las atenciones -dijo con tono mimoso Isabel. Tomás no pudo aguantarse mas las ganas y trató de volver a besar a Isabel, pero con un gesto le echó atrás. - Para, para... No habras pensado que yo me voy a acostar contigo así como así, no? - Pues... perdoname, yo pense que tu querías -respondió Tomás muy cortado. - Yo no te he dicho que no quiera, solo que así, por la cara, no. - De que me hablas? -pregunto Tomás muy extrañado. Isabel le contó de su profesión. Trabajaba como scort, sin dar mas detalles. El estar asi con la pierna le impediría, pues, trabajar. - Si quieres rollo, vale, -continuó Isabel-, por mi perfecto, tenemos rollo todos los días que tenga la lesión y asunto arreglado, no perdería ni un duro. Tomás oía todo esto y estaba cada vez mas estupefacto. Por su cabeza nunca habia pasado el pagar por sexo, pero ahora frente a si tenia dos opciones: O pagaba una indemnizacion, juicio mediante, o pagaba por sexo con una mujer que le atraía. Dejando su racionalidad habitual y sin estimar cuanto le supondría, eligió la segunda opción. - Entonces, supongamos que yo te pago por acostarme contigo hasta que mejores... ¿después no reclamarías nada? - Nada, si no pierdo dinero, ¿por qué iba a reclamar? Además, estoy segura que después de unos días conmigo serás un cliente de los habituales. Que os conozco a los que sois como tu! - Vale, hagamos ese trato, pero me gustaría saber cuanto he de pagarte. Isabel le dijo sus tarifas y Tomás calculó que le saldría poco mas que la indemnización que en su momento había pensado. Ya que el atropello le iba a costar un dinero, mejor si al menos lo disfrutaba. Así pues, Tomás accedió al trato. Isabel le dijo que por anticipado querría un dinero, al menos por la primera noche y sacándoselo de la cartera se lo dió. - Y ahora que hacemos? -pregunto Tomás desconocedor del sexo de pago. - Lo que tu quieras, tu decides. Con estas negociaciones la erección de Tomás se había perdido por completo y se lo hizo saber a Isabel, que le tranquilizó diciéndole que la dejara hacer a ella, que le haría pasar una noche inolvidable, aunque eso sí, le pidió revisar las ropas de su mujer por que con lo que tenía aún puesto no estaba ni cómoda ni sexy. Tomás la indicó que en el armario de esa habitación estaba toda la ropa que aún quedaba. Isabel le hizo salir de la habitación, tiempo durante el cual Tomás comenzaba a dudar si sería buena idea alojarla en su casa unos días. Un rato mas tarde Isabel le llamó interrumpiendo sus pensamientos. - Joder! -exclamo Tomás-. No sabía que ese vestido pudiera quedar tan bien. Se trataba de un vestido de falda muy corta y muy ajustado, dejando los hombros al aire y marcando pecho. La cosa es que a la mujer de Tomás nunca le sentó bien el vestido ya que tenía los hombros algo caidos e igualmente el pecho y por contra, la cintura quedaba embutida. - Ahora.. a ver que me traes -dijo Isabel agarrando de golpe el paquete de Tomás. Tomás se echó atrás instintivamente, pero antes si quiera de que se diese cuenta, de nuevo estaba empalmado. - Mmmm, no esta nada mal! Seguro que sabe hacer mas cosas -dijo Isabel. - Siii, si que sabe. Pero... como me has puesto en poco rato -respondio Tomás entrecortadamente. - Cariño, tu serás muy buen abogado pero yo se muy bien hacer mi trabajo. - Ya veo, ya. La mano de Isabel se movía a lo largo de la polla de Tomás proporcionándole un masaje que por lo extraño de la situación a Tomás le estaba excitando bastante. Otra mano de Isabel fue a acariciar el pecho de Tomás para desabotonarle la camisa ya que seguía parado como una estatua. En ese momento Isabel hizo un gesto de dolor y Tomás le dijo que mejor que se fuesen a la cama, allí tendría la pierna mas relajada. Se tumbaron en la cama y ya Tomás echó sus manos a los pechos de Isabel. Le parecieron muy firmes, casi en exceso, sobre todo comparados con los de su ex-mujer que estaban mas bien caidos y flácidos. - Humm... que tetas mas ricas tienes. - Todo en mi esta rico, ya verás cuendo lo pruebes todo. La mano de Isabel seguía masajeando la polla de Tomás que daba signos de mucha excitación, con su camisa ya desabrochada y la otra mano sobando sus pezones. - Quiero comerte las tetas -dijo Tomás. Isabel se bajo el vestido y aparecieron sus tetas que desafiaban la gravedad. - Uf... como me voy a poner! Cuanto tiempo hace que no... - Si, cariño, cometelas todas. Sáciate! Tomás se aplicó a chupar los pechos de Isabel, primero pasando la lengua por los alrededores para, en una espiral, llegar a los pezones, los cuales lamía con verdadero gusto, al tiempo que, sobre el pantalón, la mano de Isabel seguía sobando su polla. - Para, que a este paso me voy a correr enseguida. - Tan poco me vas a aguantar? - Es que hace mucho que... ya sabes, y me estoy poniendo como un toro. - Prefieres que te coma la polla antes de correrte? -dijo Isabel con un tono muy sensual. - Siiii, claro... Isabel le indicó que se desnudase y se pusiera de rodillas en la cama mientras ella permanecía sentada. Cuando tuvo la polla de Tomás cerca la agarró con sus manos pasando una de ellas de ven en cuando por los testiculos e incluso algo mas atrás. Acercó sus labios al prepucio de Tomás ya inundado de liquido preseminal y fue recogiéndolo con la lengua, dando lametones cortos y muy seguidos. Tomás creía estar en el cielo ya que nunca una mamada había comenzado así de bien y cerró los ojos para sentir mejor el placer que le estaba dando Isabel. Por fin abrió mas los labios y comenzó a introducirse el pene de Tomás al tiempo que su lengua seguía jugueteando y masajeando los milimetros de pene que invadían su boca. Cuando la tuvo toda dentro, Tomás en un sonido casi gutural exclamo: - Uau! Dios! que gusto! Sigue! Isabel empezó a moverse paseando sus labios y lengua alrededor de la polla de Tomás y con cada vez que llegaba a lo mas profundo de su boca Tomás exclamaba un "si" profundo. Poco a poco fué el propio Tomás el que se movía follando la boca de Isabel, que recibia su polla apretando los labios. Mientras, una mano de Isabel sujetaba el tronco de la polla de Tomás para controlar sus empujones, pero la otra se aventuró a explorar el espacio entre los testículos de Tomás y su ano. A Tomás no debió importarle mucho ya que no sólo no se apartaba cuando el dedo de Isabel se posaba sobre su ano, sino que empujaba y gemía aún mas. Isabel pensó que Tomás había sacado fuerzas de flaqueza, porque llevaban ya así un buen rato y, aunque a priori parecía que Tomás se iba a correr pronto, ahora daba muestras de aguantar mucho, y ella empezaba a estar molesta con las embestidas que su macho daba en su boca. Se le ocurrió que una forma de pararlo sería metiéndole un dedo en el culo, y sin cortarse, tras mojarlo con la saliva que salia de la comisura de sus labios, a la vuelta de un empujón de Tomás la punta del dedo se introdujo sin mayor problema. No solo no le molestó sino que sus gemidos incrementaron el tono. - Joder!, a este le gusta que le den por el culo -pensó Isabel. En el vaivén de la mamada, unos segundos despues, el dedo de Isabel invadía por completo el ano de Tomás que contrariamente a lo que antes pensaba Isabel, lo disfrutaba enormemente. Se decidió a probar con un segundo dedo. La punta entró sin apenas oposición, pero al tratar de introducirlos un poco mas notó algo de resistencia, pero duró poco ya que fué el propio Tomás el que echándose hacia atrás casi se clavó los dos dedos enteros. Isabel ya estaba dudando que era lo que mas hacía disfrutar a Tomás, si la mamada, que habia bajado bastante la intensidad, o los dedos que le perforaban su ano. Por un momento ahuecó su boca que apenas hacia contacto con su pene e imprimió un movimiento mas veloz con los dedos. El efecto fué el esperado... Tomás estaba gozando mas de la intrusión anal que de la mamada. Isabel probó a aplicarse al 100% con el culo de Tomás y le dijo: - Vamos, échate que te podré dar mejor en tu culo. Tomás un poco sonrojado por la evidencia que eso le había gustado aceptó y se puso en cuatro patas sobre las piernas de Isabel, dejándola un acceso perfecto a su ano. Isabel se escupió la punta de dos dedos y sin dilación los introdujo de nuevo provocando a Tomás un gritito de placer. - Te gusta ? -pregunto Isabel. - Uff... si -dijo Tomás temeroso. - Mira corazón, no tienes que tener vergüenza de nada. He visto de todo, comprendes? - Ya, imagino -dijo Tomás jadeando. - Si te gusta, no te cortes y pide lo que quieras. - Si... nunca me habían hecho estoy pero no veas como me gusta! Isabel dispuso su mano para poder introducirle un tercer dedo. - Prepárate, te va otro dedo mas. - Dale, dale! La punta entraba con dificultad, pero Isabel comenzó a hacer movimientos para dilatar mas su esfinter y un rato después entró sin problemas. Los gestos y gemidos de Tomás eran de evidente placer y pedía mas, con la respiración cada vez mas agitada. - Y que tal una polla? -dijo Isabel. - Una polla? que dices? -contestó Tomás muy seco. - Créeme, es mucho mejor que esto. Lo sé por experiencia. Tomás, tras el sobresalto había recuperado la excitación, pero le picaba la curiosidad: - De verdad que te han dado por detras? - jajaja -rió Isabel-,qué pregunta! muchas veces. Y me encanta. - Me vas a dejar que te dé yo? -preguntó incrédulo Tomás, que nunca había probado el sexo anal. - Claro, si es lo que quieres. - Siiii, pero ahora sigue, sigue. -Tomás pedía mas caña. - Seguro que si lo pruebas te va a gustar -volvía Isabel a la carga-. Es muuucho mejor que esto. Hazme caso. - Que no, que no meto un tío aquí ni loco. Isabel sabía que a Tomás lo que mas le preocupaba eran las posibles consecuencias del accidente y que en ningún caso trataría de enfadarla, asi pues, segura de sí misma, llevo entonces una mano de Tomás hacia su entrepierna. De pronto, Tomás quedo completamente paralizado, como congelado. Cuando volvió en si, exclamo: - Eso que he tocado es... - Si -dijo Isabel con cara felina-, es una polla. Ya ya has visto como haces que la tenga. - Pero coño! que es mas grande que la mia!!! Y esta empalmada! Isabel dejó la mano de Tomás, quien inmediatamente la retiró aunque al tiempo comenzo a mover sus dedos que aún seguían en el ano de Tomás. Por su parte, Tomás, tal y como había previsto Isabel antepuso su miedo a una denuncia a cualquier otra cosa. No podía echar inmediatamente a Isabel como en cualquier otra ocasión hubiera hecho sin dudar y si bien el estar con una travesti le avergonzaba, lo que estaba sintiendo en su ano era sin duda placentero. Ante lo inevitable, decidió dejarse llevar por las sensaciones... total, nunca nadie sabría de eso. Unos segundos mas tarde, Tomás volvía a gemir de nuevo e Isabel pensaba que se habría olvidado de su secreto, pero un poco mas tarde fué Tomás el que preguntó: - Y crees que me dolería? - Si haces lo que yo diga no te dolerá -le respondió muy dulcemente Isabel-, al contrario, disfrutarás como nunca lo has hecho en tu vida. Tomás seguía gimiendo con cada embestida de la mano de Isabel, que notaba como su esfinter, ya muy dilatado, por veces se contraía. Un rato mas tarde dijo Tomás, con voz muy baja: - Vale - Vale, que? -contesto burlonamente Isabel. - Que... ya sabes, lo de probar... Isabel, sin sacar sus dedos para que no perdiese Tomás su dilatación le explicó como ponerse. Le dijo que se pusiese en cuclillas dandola la espalda. Él mismo se sujetaría y controlaría la penetración y ella le guiaría. Sacó después los dedos y Tomás, muerto de vergüenza se colocó como Isabel le había dicho mientras ella se subió el vestido dejando al aire su pene. Le agarró de la cintura para que apoyase su ano sobre la punta de su pene pero Tomás estaba excesivamente rígido. - Déjate llevar. Déjame a mi, no te preocupes. Tomás aflojó un poco y la punta de la polla de Isabel contactó con su ano. Isabel tiró un poco hacia abajo, lo justo para abrirse paso solo unos milimetros y oyó el suspiro de Tomás, que se relajaba mas. Así, siguió tirando muy despacio hacia abajo mientras su polla se abría paso en el culo de Tomás, que no notaba ningun dolor. - Mmmm, ya esta el capullo dentro, cariño... sé fuerte! - Uau! No me ha dolido... sigue. Isabel tiró un poco mas de Tomás que sin problemas iba bajando. Cuando notó que parte del pene de Isabel estaba dentro de el se quedó quieto, como pensandose qué estaba pasando. - Te duele? -le preguntó Isabel. - No, no es eso. - Te gusta? - Si, ufff, mucho, pero... Sin dejarle decir mas, Isabel tiró fuerte de Tomás hacia si, terminando de clavarle su polla por completo. - Diosssss!! - grito Tomás. - Te he hecho daño? -pregunto temerosa Isabel. - Daño??? Nooo, que gussstoooo!!! - Asi me gusta, tienes toda mi polla dentro de tu culo! Tomás estuvo un rato quieto e Isabel le dijo: - Ahora, al ritmo que tu quieras... vamos, cabálgame. Tímidamente comenzo a subir y bajar, pero al rato los movimientos de Tomás eran ya frenéticos. Isabel estaba realmente sorprendida de lo tragón del culo de Tomás, y con cada gemido de éste le respondía con un: - Toma polla! - Si, dame mas -respondía a veces Tomás. De pronto Tomás se vió reflejado en un espejo que había en la habitación. La primera impresión fué de un ridículo total. Él, un tio heterosexual, con un fisico envidiable para su edad y sin problemas con las mujeres estaba sentado sobre una polla que se le hundía por momentos en su culo y lo mas desconcertante de todo era su propia cara de placer. Sólo unos segundos duró la preocupación ya que poco después seguía gozando de la barra de carne que le penetraba e incluso le parecía excitante su postura y lo único que le preocupaba era cómo colocarse para que se adentrase mas en sus entrañas. - Joder! que bueno es esto! - exclamó Tomás. - Verdad que si? -respondía Isabel jadeando- ya te dije que te iba a gustar. Tomás se sentía algo cansado así que se colocó de rodillas dejando entre sus piernas el cuerpo de Isabel, que incorporándose un poco tenía un mejor acceso. Sin pausa se clavó de nuevo la polla de Isabel y de este modo la penetración era algo mas profunda. Los gemidos de Tomás iban "in crescendo" igual que los jadeos de Isabel. De vez en cuando Isabel daba un cachete en la nalga de Tomás, a lo que éste respondía con un gemido. Isabel echo su mano a la polla de Tomás que estaba casi en estado de erección, pero inmediatamente recobró toda la dureza que le era posible gracias a los cuidados que la daba Isabel. Con esto, Tomás, al sentirse aún mas excitado, comenzó a moverse cada vez mas rápido al tiempo que su esfinter trataba de aprisionar con mas fuerza el pene de Isabel. - Dios!!! me voy a correr! -dijo Tomás. - Espérame y hazlo al tiempo que te inundo de leche! -respondió Isabel. - No se si podré aguantar... Isabel hizo un leve movimiento que la colocaba en una posición algo mas placentera para ella y que la haría llegar antes al orgasmo. Un par de minutos después, Isabel decía: - Córrete cuando quieras... - Tu ya estas? -preguntó Tomás. El caso es que Tomás aunque estaba a punto podría aguantar aún un rato, pero el notar la corrida de Isabel en su interior le disparó la líbido y no se pudo retener, estallando en una corrida como no recordaba. Sus gemidos, mas bien aullidos, con toda seguridad habrían sido oidos por el vecindario, pero en ese momento a Tomás nada le importaba. Estaba en el cielo y querría prolongar para siempre esa sensación. Culeaba cada vez con mas fuerza sobre Isabel que tuvo que sujetarle. - Ufff... como has disfrutado, eh??? -le pregunto. - Joder, como nunca, tenías razón. Que bueno es esto! Tomás se levanto y aun notando como de su ano brotaban restos del semen de Isabel fué a abrazarse a ella. - Gracias! - dijo Tomás apoyando la cabeza en su hombro. - Ahora descansa -decía Isabel con un tono casi maternal mientras acariciaba el pelo de Tomás-, te esperan mas sorpresas. - Tan bueno como esto? No creo! -replico Tomás. - Puede, pero muy satisfactorias... y adictivas -dijo Isabel en un tono que pretendía dejar intrigado a Tomás. En ese momento sólo le apetecía descansar y recrearse en el momento recién vivido, así que Tomás ni siquiera pensó a que se refería Isabel, que maquinaba mentalmente como intrigar a Tomás con lo que tenía pensado para el. Unos minutos mas tarde, durante los cuales el silencio fué el dueño de la habitación, Tomás parecía volver en sí e Isabel le dijo: - Has visto como hemos puesto la cama? Tomás consciente de que de su ano aún seguían saliendo restos de la corrida de Isabel cayó en la cuenta de que había tenido sexo con una profesional y sin preservativo. Por un momento se asustó y en un tono muy serio dijo: - Oye! lo hemos hecho sin condón! - Cariño, -dijo Isabel tratando de tranquilizarle- conmigo, te aseguro, puedes estar muy seguro. Solo lo hago sin condón en situaciones muy excepcionales y me hago examenes periódicos. Con cualquiera que hubieras conocido por ahi correrías mas riesgo, creeme. Aunque Tomás se sintió algo mas tranquilo, esa preocupación rompió el momento mágico en el que estaba. Se levantó y tapándose con la mano el trasero se dirigió en silencio al baño para asearse un poco. Isabel, no obstante, quedó preocupada, no por un posible contagio, ya que estaba muy segura de que ella no tenia nada, sino por la repercusión que tendría eso mismo en Tomás. Al fin y al cabo, parecía un buena persona que la había acogido en su casa. Se levantó de la cama para ir tras él, pero un pinchazo en su pierna la recordó que debía meverse lo menos posible. No se oía el ruido de la ducha ni nada. A voces llamó a Tomas: - ¿Estás bien?, Tomás. Tuvo el silencio por respuesta. Hizo un esfuerzo y se levantó de la cama para buscarlo. Cuando entró al baño vió a Tomás sentado en la taza del inodoro con la cabeza entre sus manos. - ¿Estás bien? ¿Qué te pasa? Tomás levantó la cabeza e Isabel pudo contemplar los ojos llorosos. - De verdad, házme caso. Estoy sana. Siempre lo hago con condon. Siempre -remarcó Isabel-. Y desde la última vez que lo hice a pelo he pasado varios análisis y en todos he salido bien. - No es eso -dijo Tomás casi sollozando-. Te das cuenta? Hace un par de horas era un tio, ahora no sé qué soy. Tomás estaba teniendo serias dudas sobre su virilidad, estaba claro. De nuevo, como casi siempre, Isabel tenia la respuesta. - Cariño -dijo en un tono muy dulce-, sólo has descubierto una parte de tu sexualidad que desconocías. No puedes negar que has disfrutado y no por ello dejas de ser un hombre... - Pero.. -interrumpio Tomás. - Los clientes que tengo -interrumpió Isabel- , todos, o casi todos, vienen a mi buscando una mujer, una mujer que les pueda satisfacer por detrás. No son homosexuales, son hombres normales, como tú, y muchos felizmente casados, que han descubierto que su ano sirve para otras cosas. - Ya pero... -de nuevo Tomás trataba de meter baza. - Si en vez de una polla de verdad te hubiera metido un consolador tendrías esas dudas? -pregunto Isabel. - No sé... no creo. - Entonces? -preguntó tajante Isabel al tiempo que clavaba su mirada en los ojos de Tomás. Tomás quedó callado. No sabía que decir. Realmente Isabel tenía razón. Nunca se había imaginado con nada dentro de su culo pero el caso es que tras probarlo le había gustado, y sus remordimientos únicamente eran por el hecho de la transexualiad de Isabel, pero no quería decirlo por no ofenderla, y ya no estaba pensando en absoluto en el acidente. - Ya sé -dijo Isabel-. Se trata de que no soy una mujer biológica, verdad? Tomás agachó la cabeza y de su boca salió un timido y casi inaudible si. - Si es por eso, no te preocupes. Mañana mismo me voy. Por lo del accidente no te preocupes. Si que te pediría que me prestes un dinero para mientras esté asi poder pagarme un sitio donde estar con ascensor. No te preocupes que te lo devolveré. Soy mucho mas honrada de lo que imaginas. Dió la vuelta y fué hacia la habitación. Con rabia quitó las sábanas que estaban manchadas con los restos de ambos y se echó en la cama, apagando la luz y quedándose en silencio. Unos minutos mas tarde, oyó como Tomás golpeaba la puerta abierta del dormitorio. - Que quieres? -dijo con desgana Isabel. - Que te quedes -dijo Tomas arrepentido. - Que me quede? Por que? Para que cada vez que me mires recuerde que no me ves como lo que soy? ¿En que momento se me ocurrio pensar en acostarme contigo y descubrir lo que ni habías intuido?, Joder! -dijo con rabia. - Isabel, no es eso -trataba de disculparse Tomas-. Soy yo. Yo te he jodido con el accidente y no puedo dejarte tirada, eso en primer lugar. Pero ten por seguro que no te voy a mirar mal, en absoluto. Ese es el problema. Sí he disfrutado, y mucho, y querria repetirlo, pero mi educación ha sido chapada a la antigua y eso pesa, entiéndelo. Isabel cambió su gesto aunque seguía de espaldas sin mirar a Tomas. - ¿Entonces, que soy para ti, un hombre o una mujer? Me jode que me traten con pena ¿sabes? Tomas se acercó lentamente a la cama y sentándose acarició el pelo de Isabel. - No hago esto por pena, eso te lo puedo asegurar. Sigo pensando que eres una mujer, con sorpresa, pero una mujer. Y por mi parte, el trato que teníamos sigue en pié. Isabel se giró mirando fíjamente a Tomás. - Pero no voy a poder evitar -dijo Tomás- que a veces mis prejuicios me jueguen malas pasadas como hace un rato, debes comprenderlo. - Estás seguro, de verdad, que quieres que este aquí unos días? -preguntó Isabel. - Ya te he dicho que sí -replico Tomás. Esto no fué mas que el comienzo de una intensa semana que comenzo con un golpe... de suerte.

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