jueves, 2 de mayo de 2013

La historia de Natalia de las cinco amigas (2)




La historia de Natalia de las cinco amigas (2)



Al otro dia Raquel me llevo a el comedor. Me dejo ahí abandonado tuve que tomar una bandeja. Que me hizo difícil por los pechos gigantes el poder manejarla con correccion. Me dieron los alimentos que eran sumamente escasos y poco tiempo después, con la bandeja en las manos, pase cerca de una mujer rubia ordinaria y otra morena muy joven. Ambas me miráron en silencio. Quise sonreir pero los musculos faciales no me respondieron. Era difícil adivinar mi ánimo por las expresiones de mi rostro. Más concretamente, por la asusencia de las mismas.

Yo vestía el mismo pijama que las demás internas. Mi más que generoso busto quedaba bastante disimulado, debido a que su falta de firmeza lo hacía reposar por gran parte del torso. Yo llevaba el pelo recogido en una cola de caballo. Mi maquillaje era sencillo. Sólo una fina capa de base.

Por supuesto, fue la mujer rubia y ordinaria la que tomó la iniciativa, armada de su gran sonrisa, que envidia poder sonreir asi.

-¡Hola! – dijo - ¿Te gustaría sentarte con nosotras?

Me quede quieta. En mi máscara perfecta sólo un ligero temblor de labios indicó una cierta inseguridad. Un momento más tarde asenti con la cabeza.

 Tome  una silla enfrente.

-Muchas gracias - fueron mis primeras palabras - Me desperté ayer aquí y no tengo ningún conocido aquí. De hecho - continue, mirando al infinito durante un momento -  ni siquiera estoy seguro de donde estoy. O de quien soy.

Las dos mujeres se  miraron significativamente yo no sabia porque. Me sentia terriblemente desorientado...

-Yo soy Laura - Me explico la morena -  y mi amiga es Dalia. Nosotras también nos despertamos aquí "cambiadas". Las dos provenimos de una selección de personal...

-¿En octubre? – Interrumpi -  ¡Yo soy el número tres! -exclame, señalándome el pecho con la mano abierta en un gesto que creia masculino.

Las abrace como un naúfrago se aferra a la única tabla que flota en un mar embravecido. Los siguientes diez minutos consistieron en cientos de preguntas sobre su nueva situación.

La charla se terminó cuando mi tutora, pelirroja con el pelo alborotado vino a buscarme.

- Natalia. Ya es hora.

- Apenas he tocado el desayuno.

El resto de la jornada transcurrió en lo que seria rutina: belleza a media mañana con Raquel. Gimnasio. Después ibamos a almorzar.  Por las tardes gestos y movimientos con una vieja llamada Mercedes. Luego clases de sexo.  Me levantaba lo mas tarde que podia, incluso cuando la televisión se prendia sola para obligarme a despertarme yo no hacia caso y seguia acostado hasta que venia la insoportable de Raquel a sacarme de mi cama. Queria que siguiera una rutina para el resto de mi vida: La idea de que nadie me podía ver sin maquillaje. Ni siquiera mi futuro e hipotético marido. Marido que no me importaba en absoluto. Las mañanas con Raquel y el profesor de gimnasia eran un infierno porque no entendian que a mi no me importaba nada de nada. El echo de sacarme la posibilidad de sonreir no se los perdonaria jamas. No me interesaba lograr mayor maestría en el maquillaje. Yo estaba decidido a volver a ser yo. Raquel, al ver mi desgano a la hora de maquillarme se sentia frustrada y yo aprendi a reirme pero de manera interna.

Por las tardes, la vieja  Mercedes me enseñaba etiqueta. Un sexologo me daba clases de sexo. En la universidad me habia sacado un promedio de diez y estas clases eran una estupidez para mi pero yo no queria colaborar.

Pensaba que me dejarian ir. No queria convertirme en la Natalia que querían que fuera. A veces era muy difícil saber qué deseos eran míos y cuales venían implantados o eran frutos de la sutil manipulación.                                                    

 En cuanto a mis nuevas amigas de infortunio las trataba bien hasta que pronto pase a ser una parte integrante de su pequeño grupo. Me costaba adaptarme a ese nuevo cuerpo que odiaba. Los primeros días me dedique a pensar maneras de vengarme y la gente que me rodeaba creian que eran tensiones internas que me dejaban en blanco durante un rato pero no era cierto. Yo estaba interezado en vengarme. Buscaria la forma.

En ocasiones yo cerraba los puños y me negaba a rechazar mis palabras y gestos netamente de hombre hablaba con expresiones masculinas y gestos violentos que estaban realmente fuera de lugar en mi delicado cuerpecito femenino.

A medida que el tiempo transcurría, y como ya no me importaba nada. Esas fases fueron desapareciendo. En su lugar, cambie de actitud sabia que si no me amoldaba no me dejarian ir.  Deje lugar a una personalidad mas dulce.

Trataba de ser tierno, cuando estába con esas chicas que habia conocido, podía si me esforzaba ser capaz de llorar con la simple belleza de una puesta de sol, por ejemplo pero siempre pensando en lo que habia perdido.

Odiaba a esa gente.                                          

La gente que trabajaba para esa maldita empresa o compania que nos habian modificado y robado la vida. A ellos los trataba con distancia.

 La televisión cuando me disponia a dormir, parece que la encendian a proposito, pasaban videos de lo que parecian mujeres teniendo sexo con hombres. Yo pensaba que eso era para manipularme el cerebro. Cuando me iba al baño la apagaban y la volvían a encender cuando me acostaba. Yo simulaba ver pero pensaba en otras cosas. Memorizaba cosas de mi vida y de  las carreras que habia echo. Por lo menos mi cerebro funcionaba bien.



Con una toalla enrollada sobre mi cabeza y la otra en torno a mi cintura salí del baño. Quizá incluso Raquel estuviera ya esperándome para llevarme a la tortura que ella llamaba maquillaje. Cuando abrí la puerta no estaba solo. Raquel no había llegado. Seguro que si fuera Mercedes me esperaría un castigo de los suyos, castigos que no me importaban, pero no. Me quedé paralizado. En medio de la habitación, con ropa informal y una enorme sonrisa en la cara.. ¡¡había un hombre!!

Pense que ese hombre seria mi futuro y despreciado marido.

-Quién.¿Quién es usted? - grité furioso.

 Como yo no me habia cubierto mis pechos la toalla la tenia en torno de la cintura Raquel que acababa de entrar  busco mi bata y me cubrio el cuerpo.  A mi no me importaba.

- Disculpela Doctor. – Le dijo a ese hombre. – a veces se queda en blanco. Crei que no le habian tocado para nada el cerebro.

Cuando oi eso me puse feliz porque yo tenia un gran coeficiente intelectual. Me quede quieto con la mirada fija en el infinito como cuando pensaba pero era todo una actuación para que esta gente hablara de mi como si no estuviera.

- No podemos cambiar cosas que tenga de antes. Pero todos sus estudios dieron bien la verdad no lo entiendo. Le dijimos a su comprador que es muy inteligente y si queria cambiar eso y dijo que no. Que estaba harto de las mujeres tontas.

“Asi que mi comprador estaba harto de las mujeres tontas”.

Ese hombre me paso una mano por la cara pero yo no movi mis ojos ni nada. Habia descubierto la manera de enterarme de cosas usando ese supuesto bloqueo que decian que tenia.  Queria que siguieran hablando pero Raquel dijo.

- Cuando se pone asi yo le toco el brazo y vuelve a la normalidad.

Me toco el brazo y no me quedo otra que reaccionar pero decidi actuar de la misma manera que cuando sali del baño y lo vi a ese hombre.

Le grité con furia.

-Quién.¿Quién es usted? - Mire la bata que tenia puesta y la toque  como si no recordara habermela puesto.

-Tranquila, Natalia -dijo con una voz grave el hombre - Siento haberte asustado.

Lo mire recorde mi odio hacia ese “marido” que me habia comprado.

-No. No me asusto. - Cerre los puños. – ¿Usted es mi futuro marido?

-No - contestó con una tranquilidad casi simpática que no servía precisamente para calmarme. -Natalia soy tu nuevo profesor.

-¿Profesor? ¿De qué?

- Tienes quince minutos para maquillarte pero ni uno más...

“Que insistencia, que manera de molestar con esas estupideces” Un nuevo profesor... ¿sería como Raquel? ¿O más bien del estilo de Mercedes? ¿Qué me iba a enseñar? Me preguntaba mientras me dirigia al baño.

Le pedi a Raquel que me acompañara a maquillarme pero nego con la cabeza. Debia maquillarme solo. Decidi maquillarme como Dalia, la mujer vulgar,

Oí al hombre sentarse sobre la cama, así que tuve que cepillarme el pelo y maquillarme.

Era un hombre que debía estar en sus  treinta, unos años mayor que yo que tenia veintiocho. Medía en torno al metro setenta y cinco y no pesaría más de setenta kilos. Carecía del acusado tono muscular de Alberto, el profesor de gimnasia.

De hecho, era más bien de aspecto endeble. Era bastante pálido, casi tanto como yo, lo que hacía que destacasen dos ojos de pupila negrísima. Llevaba unas gafas de montura. Su pelo era castaño oscuro, largo, y lo llevaba recogido en una cola de caballo muy al estilo de los años ochenta. Si no fuera porque no tenia barba a mi me parecia igual a aquel psicologo de esa entrevista falsa. Vestía una sencilla camisa marrón que, con aspecto algo descuidado, llevaba por fuera de un pantalón vaquero. Unas sencillas zapatillas deportivas completaban su informal atuendo. Su sonrisa era una sonrisa amplia, invitante,que mostraba unos dientes blanquísimos y le formaba unas suaves arrugas en las comisura de los labios y en los ojos. Tenia una sonrisa tan sexy pero yo no baje los ojos lo mire fijo a los ojos con odio en la mirada cuando lo ví al salir del baño vestido de nuevo con mi pijama.

Estaba sentado sobre mi cama ojeando una carpeta en la que sin duda había datos que se referían a mi persona. Datos que, naturalmente, no me dejaria leer.

Le mire atentamente grabandome sus rasgos. Asi miraba a todos incluso a las asistentes grabando en mi mente la información después buscaria la manera de plasmar en un dibujo, porque yo dibujaba bien, las facciones de toda esa gente para buscarlos uno a uno y matarlos.

-Hola .

- ¡Ah! ¡Hola! - Respondió poniéndose en pie.

-Así que es mi nuevo profesor...

-Efectivamente. Bueno, más exactamente soy el psicólogo y sexólogo.

¿Psicólogo? No me gustaba cómo sonaba eso... Pero la palabra "sexólogo" lo que me daba era directamente pánico. No entendia porque me habian mandado un sexologo. Acaso no me daban clases de sexo ya. Yo pensaba que los medicos recibian la asignatura de etica en la universidad incluso para estudiar psicologia pero medicos que se prestaban a hacer esto por dinero que etica podian tener.

- Imagino que tendrás muchas preguntas.Te han pasado muchas cosas que es difícil de interiorizar. Pero veo que no has aceptado la terapia. ¡No podrás salir de aquí!

- Me lo imagine.

-Sí, claro. En cuanto aceptes la terapia y tengamos unas cuantas charlas, habrá poco más que te podamos enseñar. Todo lo demás dependerá de ti.

 -Eso quiere  decir que si acepto la terapia  ¿Seré libre? -pregunté con ansia.

-Sí, por supuesto... Bueno, ya te habrá explicado algo Raquel. Tu eres hoy lo que eres porque alguien te ha comprado. Pero eso no quiere decir que te vayamos a entregar como esclava.

A mí, el hecho de "haber sido vendida" no me hacia  ninguna  gracia.

- No te quiero engañar: podría haber sido así. Aquí se cumplen las especificaciones que cada cliente nos da y no se hacen preguntas. Seguro que has coincidido con alguna de las chicas más "extremas" en el recinto - recorde  una chica calva sin brazos y  una mujer de tetas descomunales que habíamos visto ya un par de veces en el comedor-. Aún así, hay un número de personas cuyas modificaciones son tan  extensas que jamás son mostradas en público. Muchas de ellas ni siquiera conservan gran parte de su capacidad cerebral.

-¿Y a usted le parece bien? – Le dije con desprecio

- ¿Y a ti?

Ocbiamente no le conteste odiaba que me contestaran con una pregunta.

- Pero tu caso... es diferente. Cuando acabé tu formación y recuperación, seras libre.  Si al final acabás o no casada con tu comprador será cosa tuya.

- Pero y si resulta que no me caso con ese hombre que me compro y lo rechazo. ¿No me deberian volver a tranformar en lo que era yo?

- La transformación no se puede volver a atraz ademas con el tiempo te va a gustar. Anda... siéntate aquí a mi lado.

Le obedecí.  Caminé hasta la cama y me sente cerca de él.

- En eso de que me va a gustar se equivoca puede que no me quede mas remedio pero dudo que me guste. No le parece injusto todo esto. ¿Porque tengo que vivir como mujer incluso si no me caso con el?

- Es asi Natalia no le des tantas vueltas al asunto.

- Pero usted dice que si acepto la terapia puedo ser libre. Entonces si mi comprador no me quiere  que me impide ir y operarme de nuevo y sacarme todo esto.

-La lectura de los informes - agitó el puñado de hojas cambiando de tema - no te hace en absoluto justicia. ¡Vas a ser una mujer muy femenina y elegante! Eso si aceptas la terapia. Claro. Habrá muchas preguntas a las que buscarás respuesta, ¿verdad?

 Yo me limité a asentir con la cabeza para saber adonde queria llegar.

- Pues yo estoy aquí para dar respuesta a todas ellas. No te puede quedar ni una sobre lo que eres, lo que vas a ser y lo que puedes dar de tí -se puso en pie antes de seguir hablando - Te espero en mi despacho dentro de diez minutos. Está en la planta del comedor. Entra a la zona de consultas, segundo despacho a la derecha - volvió a sacar su sonrisa antes de concluir - Espero que esta vez vengas maquillada como se requiere de ti.

Cuando el medico se fue entro Raquel. La muchacha me miraba siempre sonriendo.

- Raquel. – La mire mal - Le puedo decir algo.

- Si Natalia. – Ella sonrio – Dime. Pero tratame de tu. Quiero que seamos amigas.

- Yo no Señora no deseo ser amiga suya. No espere de mi cariño ni demostraciones de afecto porque yo no soy asi. Nuestra relacion se va a terminar en algun momento y es mejor no encariñarse.

- ¿Cres eso?

- Si lo creo. Tal vez a usted como trabaja aquí le habran dado la orden de hacer que la gente se encariñe con usted.

- No. No me han dado esa orden.

- Entonces no hay problemas.

 La mire como miraba a todos los empleados como si fueran ratas. De una forma fria y despreciatiba.

- Pasando a otro tema Señora quiero aprender todo sobre maquillaje y me gustaria que me enseñe. Ya que me tengo que adaptar mejor no dilatarlo mas.

Raquel sonrio feliz. En su mirada se reflejaba la felicidad que sentia. Se acerco para abrasarme y yo se lo negue.

- No Raquel – Le dije alejandola de mi– No quiero tener contacto con usted ni ninguna clase de familiaridades. No le considero buena persona y prefiero que su falsedad se la guarde.

- Pero eso no es asi. – Me dijo con lagrimas en los ojos – Yo fui comprada por esta fundacion no puedo hacer otra cosa.

- Yo no voy a tener ningun sentimiento de afecto hacia usted.

- Pero Natalia a mi me obligan. Con el tiempo tu vas a ser feliz con el hombre que te compro. No te imaginas la suerte que tienes.

- Suerte. Me voy a ver obligado a casarme con un degenerado y a eso le llamas suerte.

Raquel asintió llorando se me acerco y me abrazo su cuerpo se estremecia por los sollozos.

Yo le acaricie el pelo, tal vez era una victima después de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario