domingo, 12 de mayo de 2013

Las Reglas de Ana II



Las Reglas de Ana II




¡Qué días aquellos! Verano, un mes de corrido en la playa, casa alquilada con un jardín inmenso con espacio para jugar a la pelota, y una vieja hamaca de hierro. Iba con mi  madre y mi hermana Carolina que es un par de años mayor que yo. Mi padre solo venía los fines de semana porque no consiguió licencia.

La primer mitad invite dos amigos míos Walter e Iván, la pasamos bomba, fútbol, pesca a la encandilada, varias excursiones a los locales de maquinitas, mirar a las mujeres en la playa. Mi hermana Carolina se mantuvo bien lejos de mis amigos por suerte.

La segunda mitad le tocaba a mi hermana traer amigas y vinieron Ana y Lucía. Las conocía bien porque venían seguido por casa, pero a Ana  no la veía tranto ya que se había mudado a provincia hacía un tiempo. Al contrario que mi hermana, yo no pude obviar a sus amigas. Lucía era preciosa y Ana, uf, Ana no era tan linda pero me volaba la cabeza.

Por ejemplo cuando llegó, me miró  de arriba a abajo y luego mirándome a los ojos dijo

- Pero Martín que cuerpazo que estás sacando - y yo por supuesto me derretí y hubiera subido al monte Everest si me lo hubiera pedido. Así que no me despegué de Carolina y sus amigas. Mi hermana por supuesto me quiso sacar de encima enseguida pero Ana terció por mi. Yo le agradecí con ojitos de tórtolo, pero ella me dijo

- Mirá chiquito, tu vas a estar con nosotras pero vas a ser mi responsabilidad, así que más vale que te portes bien y respetes ciertas reglas que las llamaremos las Reglas de Ana. La primera de todas es que todo lo que hacemos Lucía, Carolina y yo no lo podés contar y la segunda tenés que hacer todo lo que nosotras querramos. ¿Estás de acuerdo?
- Si - dije sin dudar, pensando que después con alguna excusa encontraría escape.
- Bien vamos a ponerte a prueba, hacenos un jugo para nosotras tres bien frío.

Hice eso y muchas cosas más, básicamente pasé todo ese día haciendo mandados para ellas, nada muy dificil, el objetivo de Ana fue tenerme bien lejos. hasta que empezaron a jugar al Trivial, En ese momento comenzó todo el lío, yo era muy bueno en el Trivial y seguramente podría lucirme, pero mi hermana y sus amigas lo habían transformado en un juegos de prendas. Acepté sin sospechar el tsunami que estaba inicando.

Perdió Ana y Carolina eligió la prenda, tuvo que tomar un vaso con agua, aceite y pimienta, parece tonta pero Ana era muy asquerosa para todo lo referente a comida así que en realidad fue bastante cruel. Más tarde perdió Carolina, y Lucía la obligó a cantar nos reímos como locos porque era incapaz de afinar. . Finalmente en algún momento perdí yo, en cuanto perdí me recordaron las “reglas de ana” y Ana propuso que me dejara pintar los labios. Me negué y me amenazaron con expulsarme para el resto de las vacaciones. Ni si ni no, no salíamos del atolladero; entonces Ana propuso que jugara de vuelta y que si ganaba zafaba de la prenda y que si no además de los labios me pintarían los ojos. Acepté y perdí por nervios, nuevamente me negué, Ana rapidamente propuso que jugara una tercera vez y si perdía además debía dejarme pintar las uñas. Volví a perder y a negarme a cumplir la prenda, así  Ana agregó un disfraz, volvía  jugar y a perder y ahí saltaron arriba mío.

Eran tres y por más que no era muy fuertes no hubo forma de escaparme, además la maldita de mi hermana les dijo a las otras dos que mis cosquillas eran infernales y finalmente tuve que dejarme hacer todo lo prometido para no morir de desesperación.

Así que con los labios pintados, los ojos maquillados, las uñas de manos y pies de rojo intenso, con una pollerita de Carolina y una musculosa de Lucía y todavía por castigo a resistirme me llevaron a la hamaca del jardín. Las cuatro amigas dijeron ellas. Cinco minutos por reloj prometieron y cuando no habían transcurrido ni un minuto aparecieron cuatro amigos de mi hermana en dos motos y ellas se olvidaron de mi y se fueron hasta la calle a charlar con ellos. Yo me quede quietito en la hamaca cumpliendo los cinco minutos acordados.

Desde mi lugar, tratando de llamar lo menos posible la atención pude ver a los muchachos de los cuales conocía a tres de otros años, el cuarto era nuevo, estaba un poco separado del resto porque no se había bajado de la moto, tenía el pelo corto, con rulos, rubio y se todo eso porque paso mucho rato mirándome, bueno cuatro minutos, y se que fueron cuatro minutos porque yo controlaba todo el tiempo el reloj. Cuando se cumplieron los cinco minutos me levanté para meterme en la casa.

- ¿A donde vas Martina? - escuché la voz de Ana, y lo dijo bien alto “Martina”
- Se hicieron cinco minutos -y me fui para adentro como un rayo.

Me cambié y como ellas seguían charla que te charla con los amigos tuve que pedirle a mi madre, muerto de vergüenza que me sacara el maquillaje y el esmalte de las uñas. Para peor mi madre siguió burlándose de mi.

- Mirá que no te quedaba nada mal - decía ella y yo bufaba como loco - eso te pasa por no dejar tranquila a tu hermana - agregó esta vez más en serio.

Pasé el resto del día lejos de las tres chicas pero ya de noche me vinieron a buscar por orden de mi madre para invitarme a ir al cine. Por más que la película no era de las que más me gustaba dije que si. Me hice la idea de que capaz que me podía sentar al lado de Ana.

Nada más lejos de la realidad, en cuanto llegamos al cine aparecieron los cuatro muchachos de la tarde y rápidamente se dividieron en parejas. El rubio de rulitos fue el perdedor y se quedó sin chica.

- Leo - dijo tendiendo la mano
- Martín -  dije, aguantando mientras me estrujaba la mano
- Te hicieron pasar un mal rato hoy ¿eh?
- Si, nunca más juego al Trivial como ellas lo hacen - dije seco como un palo

Fue la última mención a la tarde que tuvimos, empezamos a hablar de películas y terminamos comparando las películas de Schwarzenegger y de Stallone, si adivinaron esto era como por 1995. La verdad que la pase de novela con Leo finalmente cuando entramos me senté al lado de el.

A la salida del cine fuimos caminando hasta casa, las parejas caminaban separadas entre sí y Leo y yo nos fuimos quedando para atrás, y me maté de risa con los chistes que él hacía sobre sus amigos y las chicas. Llegamos a casa y estuvimos un rato charlando todos juntos hasta que al final yo me fui a dormir.

Amaneció amenazando tormenta, así que suspendimos la playa y Ana como siempre Ana, me convenció de jugar de vuelta al Trivial con prendas. Pero me fue bastante mejor y les estaba ganando, tanto  que perdieron interés y empezaron a hablar de los planes de la noche, irían al centro del balneario vecino donde estarían también los chicos.

- Yo quiero ir - dije desde el alma,
- Ni sueñes - dijo Carolina
- ¿Por qué no?, si fui al cine, puedo ir hoy
- No seas pesado Martín
- Voy a hablar con mamá para que me deje ir
- Hablar con tu madre no es cosa de grandes, es de nenitos chicos - dijo Ana
- Es de inteligente - respondí
- Bueno si sos tan inteligente, sacá la próxima tarjeta si acertás la respuesta vas y si no acertás vas igual pero como Martina.

Que es lo que hubiera hecho un chico realmente inteligente, reconocer que estaba vencido y quedarse viendo tele mientras su hermana mayor iba a conquistar chicos por ahí. Pero Ana me tenía los puntos tomados y me envalentoné, no había fallado una tarjeta en toda la tarde.

- Muy bien - dije, y tomé la tarjeta que me daba Ana y ahí me di cuenta de que me habían hecho trampa, habían puesto una de las tarjetas que no había respondido el día anterior, me negué a contestar, pero las tres chicas me manipularon hasta que lograron que decidiera contestar. Perdí.

Por supuesto que no iba a ir vestido como chica al paseo, pero ellas insistieron y negociaron, si me disfrazaba de vuelta ahora, me dejarían ir de noche. En esta última etapa, Ana me acosaba de todos lados, me tocaba, me apretaba el brazo, pegaba sus pechos contra mi, y sin  que nadie se diera cuenta me acariciaba la entrepierna. Cedí claro, es muy difícil pensar si te estan acariciando el paquete.

Las muchachas se pusieron en acción, la mañana estaba muy aburrida, así que pusieron manos a la obra y fue mucho más elaborado que el día anterior, e incluso me hicieron probar varias ropas.
Mientra estábamos en eso se largó la tormenta que no inmutó a mi hermana y sus amigas en su tarea de disfrazarme. Finalmente decidieron que habían terminado y me hicieron mirar al espejo. Me turbé, el espejo me devolvía una versión más joven de Carolina. Las chicas a mi alrededor estaban como locas con su “éxito”.

En eso se escuchó la voz de mi madre diciendo

- Pasen, pasen, que se van a enfermar si se quedan afuera

Se escucharon pasos en tropel, risas, gritos, llegaron hasta donde estábamos, eran los amigos de Carolina  mamá los había hecho entrar al livng, Las chicas me empujaron afuera del dormitorio, yo no sabía donde meterme. Los muchachos preguntaron quién era yo y cuando les dijeron que era yo hubo chistes gruesos. Todos se sumaron al coro de burlas, todos salvo Leo.

Me encerré en el cuarto y medio rompi la ropa que tenía puesta y me puse a llorar, mi madre vino a consolarme y como medida reparadora fuimos a tomar un helado. Como última medida me prohibió que me acercara a Carolina y sus amigas.

Pero claro Mamá no estaba todo el día atrás nuestro y en los momentos que estábamos solos Ana me molestaba llamándome Tina, fue tan insistente que incluso Carolina le dijo que la terminara. Pero ella no lo hizo, simplemente esperaba a que estuviéramos solo para llamarme Tina y pedirme cosas diciendo que solo se las podía pedir a una amiga. Si yo le hubiera pegado, o simplemente negado ella hubiera terminado, pero a solas yo cedía a sus caprichos ya que ella acompañaba todos estos pedidos y diálogos en femenino con caricias y me escuchaba con atención todo lo que yo decía.

Incluso cuando bajábamos a la playa mi madre y yo nos sentábamos lejos de Carolina y sus amigas. Pero a los días cuando se tranquilizó un poco la situación, Leo y los demás me invitaron a jugar un partido de fútbol.

- Es que nos falta un jugador - justificó Leo

Hubo algún intento de burla pero Leo lo cortó de una

- ¡Menos charla y más fúbol - grito Leo como para ningún lado pero todos sabíamos que era para el que me había molestado.
En algún momento me dijo que me fuera arriba, al lado del arco contrario y me pasó tres pelotas que convertí en gol y por fin recuperé algo de alegría. Claro hasta que regresamos a casa, porque ahí en la primera oportunidad que tuvo Ana me dijo con voz melosa

- Parece que tu príncipe azul salió a defenderte y te regaló tres goles

Ahí sí le pegué, un cortito al estómago y se terminaron las bromas de Ana que la mejor y muy efectiva manera de castigarme fue no dirigirme más la palabra. .

Pero no se terminó el torbellino de mi cabeza que ahora giraba en torno a Leo. Ahora en vez de estar atrás de Ana, estaba atrás del rubio de rulitos. Y era mutuo, cuando mi hermana y sus tres amigas hacían planes Leo convencía a mi madre para que me dejara ir.

A los días de esto, Ana suspendió su voto de silencio.

- Ya te perdoné - me dijo un día a solas
- ¿de qué? - pregunté yo
- del golpe que me diste el otro día
- Ah, eso - dije, hacía solo unos días pero parecían años
- Sólo falta que tu me pidas perdón - dijo ella, casi en un susurro, con ese tono que me volvía loco
- Perdoname
- Ya estás perdonada tonta - dijo ella - te lo dije hace un minuto
- Gracias
- Las amigas se perdonan
- No empieces  - comencé a protestar
- ¿Con qué? - preguntó como si no se diera cuenta, y siguió sin darme tiempo - además tenemos que ponernos al día, estuve hablando con Leo

Quise pegarle de vuelta, quise decirle que era mala, pero más quería escuchar lo que había dicho Leo. Quedé callado así que ella continuó

- Leo dice que pasa muy bien contigo, que dices cosas muy interesantes, que pareces mayor
y que el día de la tormenta estabas preciosa.- siguió ella con aquel susurro apenas audible.
Recapitulemos, si el mejor jugador de fútbol del balneario, además es tu mejor amigo y el que te salió a defender dice cosas lindas de vos, es lógico que yo me emocionara y me pusiera colorado y además se me pusiera dura la verga.

- Me parece que a vos te gusta mucho Leo - dijo Ana - a mi me parece también muy lindo y si el se interesara por mi la verdad me sentiría orgullosa. ¿No te dan ganas de meter los dedos en esos rulos? ¿No te dan ganas de que te abrace con esos brazotes que tiene?

Mi verga decía que si con todas las fuerzas, pero yo no podía articular una palabra porque sabía que todo aquello estaba mal, que yo era varón y no podía querer que Leo me abrazara.Empecéé a sollozar.

Ana tomó mi cabeza entre sus manos y preguntó

- ¿querés que te ayude a acercarte más a Leo?

Ni siquiera llegué a emitir un si, simplemente moví mi cabeza convulsivamente.

- Escuchame entonces, ahora en playa proponés que hoy de noche vayamos a pescar a la encadilada, y sobretodo hacés que Leo te lo prometa, y decile expresamente que después no te venga conque van a ir a bailar o a las maquinitas.

Y así sucedió, yo evidentemente estaba exaltado con el tema de la pesca a la encadilada y si bien percibí que mi hermana, sus amigas y lo chicos no estaban muy entusiasmados con el programa que yo proponía, no me achiqué y logré que Leo me prometiera ir de pesca.

De tarde fuimos a jugar a las cartas a la casa de Joel el que ya casi era el novio de Lucía, cuando íbamos caminando Ana se puso al lado mío.

- Escuchame, Carolina va a proponer ir a bailar, y Lucía y yo la vamos a apoyar, por lo tanto Joel, Raúl y Robert van a estar de acuerdo. A Leo también va a decir que va a bailar también porque no puede ir en contra de sus amigos. Tu no digas nada en ese momento. ¿entendido?
- Pero el me prometió - dije yo pareciendo de diez en vez de catorce
- Si, claro, pero no digas nada en ese momento, míralo con esos ojitos tristes que tienes ahora y cuando estés seguro que él te está mirando, te vas a un lugar que no te vea nadie ¿entendido?
- Si, ¿pero para qué?
- Por que el te aprecia tonta, y sabe que te prometió y va a ir a para charlar contigo porque se siente culpable. Tu esperás hasta quel aparezca, porque va a aparecer, segurp como dos más dos son cuatro. Cuando aparezca no digas nada, dejá que el hable, es el quién se tiene que explicar, es el que te falló ¿entendido?
- Si ¿y entonces?
- Entonces cuando el acabé de hablar, lo tomás de la muñeca - al tiempo que lo decía me tomo de la muñeca, ni muy suave ni muy fuerte - y le decís bien suave, con firmeza, que media hora después de que se vayan a bailar te pase a buscar con la moto para ir a pescar. Nada más, te das media vuelta y te vas, nos saludas a todos y decis que te vas a casa, si alguien pregunta decís que te duele el estómago.

Mucho plan, me parecía que no iba a poder hacer todo, incluso no sabía si había entendido bien, además ¿Leo iría a buscarme dónde estuviera solo, o sola como decía Ana?, ¿y cuando le tomara la muñeca Leo no sentiría asco? y si yo llegaba a hacer todo bien ¿Leo vendría a buscarme para ir a pescar o se iriía a bailar de cualquier forma?.

Llegamos finalmente, fueron nada más que tres cuadras de caminata, pero la verdad que para mi había durado una eternidad. - Antes de empezar a jugar a las cartas Carolina dijo

- ¿Y si vamos a bailar esta noche?
- Si dale - dijo Lucía
- Buenísimo  - dijo Ana

Yo estaba con los ojos fijos en Leo y vi que estaba contrariado. Joel miró a sus amigos

- Vamos ¿no? -

Los síes no tardaron en venir, el último de Leo, no fue necesario el poner ojitos tristes a propósito, vinieron solos al darme cuenta de que Leo no había cumplido su promesa. Irme a un lugar que estuviera solo, no fue mucho esfuerzo, me fui para la parte de atrás de la casa.

No tardó mucho en llegar Leo, el plan de Ana se iba cumpliendo. Empezó a hablar y fue la primera vez que lo vi nervioso, se excusó de varias formas ninguna muy coherente o por lo menos así me pareció a mi, que no le di mucho corte, esperando que hiciera una pausa.

Cuando la hizo lo tomé de la muñeca, ni muy fuerte ni muy suave, el paró de hablar, hice un primer intento pero no me dio la fuerza, el entonces se acercó como para poder escuchar mejor y nuestras caras quedaron muy cerca.

- Después que se vayan a bailar, pasame a buscar y nos vamos a pescar, solos vos y yo. - y ahí sin pensar le di un beso en su mejilla, cortito sin buscar nada más y me fui

Pasé por delante de los otros y dije casi en un grito

- Me voy a casa que me duele la panza. - y no me importó que se rieran de mi.

LLegué a casa y me puse a leer esperando que empezara la tele. Mucho rato después, cuando ya estaba oscureciendo aparecieron Carolina, Ana y Lucía. Ana se hizo un rato para venir a charlar conmigo a mi dormitorio

- ¿ Y Tina como te fue?

Me seguía molestando que me llamara Tina pero a esa altura era lo que menos me tenía preocupado. Le conté y cuando terminé de contarle, preguntó:

- ¿Le diste un beso?
- Un besito, cortito, en la mejilla
- ¡Que valiente! ¡Brillante! - dijo Ana tomándome de las manos y saltando, de una forma tan entusiasta que hasta la copié, me sentí como si fuera un héroe o mejor dicho una heroína, fue un momento de felicidad después de una tarde de agonía
- Tenemos que ver que te ponés
- ¿Cómo que pongo? -


- Mirá si Leo viene a buscarte (y va a venir), es que tuvo que dejar a sus amigos para cumplir su palabra y seguramente haya tenido que mentir. Así que queremos que se olvide de eso inmediatamente, porque queremos que esté contento, feliz. ¿vos querés que Leo sea feliz?

Ufff, lo deseaba con toda mi alma, lo más que quería es que el sonriera de esa manera que se le iluminaban los ojos

- Si - dije
- Y ya sabemos que a el le gustas vos y también le gusta mucho Tina, ¿qué querés ponerte?
- No sé, ni idea, no había pensado ¿vos que decís?
- MIrá para mi no tenemos muchas opciones, lo mejor sería que te vistieras como el primer día, porque es una ropa que las chicas no van a echar de menos, y sirve tanto para ir a pescar como para ir a tomar un helado al parador del arroyo
- ¿Al parador del arroyo? ¿estás loca?
- Para nada Tina, ¿qué te divierte más?, además pueden ser las dos cosas, primero el helado y después la pesca.
- ¿Y mi madre?
- Mirá, te vas a acostar temprano con la excusa de que seguís mal del estómago, yo te dejo maquillada y vos te acostás y te vestís en cuanto oigas que nosotras nos vamos a bailar.
- Y si no viene
- Vas al baño te sacas el maquillaje y después llorás toda la noche como cualquier mujer. Pero no pienses en eso andá a bañarte, por favor afeitate esa pelusa que tenés en el bigote y después me hago un rato para venir a maquillarte.

Me bañe y me afeite. Empecé a esperar y la espera me estaba volviendo loca o loca. Al rato largo vino Ana, ya vestida como apra el baile aunque era temprano. Trajo su bolsito de maquillaje y una toalla hecha un rollo y me empezó a maquillar.

- Estás muy linda - le dije, en realidad quería decirle que estaba muy fuerte, pero supongo que ella se daba cuenta porque se me notaba la verga dura a través del short de baño que aún tenía.
- Si me preparé especialmente, esta noche es mi noche con Robert
- ¿Cómo es eso?
- Me lo voy a comer a besos y capaz, si se da, algo más
- ¿Co,co,como es eso? - repetí perdiendo el aliento
- Voy a dejar que me toque entre mi piernas como si fuera la primera vez que alguien lo hace - dijo con ojos pícaros - y luego voy a dejar que lleve mi mano a su pito, y voy a hacer la que me resisto un poco pero en realidad si la estoy pasando bien capaz que le hago una buena chupada. Primero con un poco de asquito, como si fuera lo más inmundo que me estuviera pidiendo y luego que me lo pida un par de veces como para que se sienta en deuda lo haré un buen rato, pasando mi lengua por la cabeza de su pito y chupándolo como si fuera un helado.

Mi verga estaba a mil y ella dejando el maquillaje aparte por un momento, metió la mano por dentro de la bermuda y tomándo mi verga ni muy fuerte ni muy suave, me preguntó

- Cuando yo estaba contándote sobre Robert y yo, ¿tu te imaginabas siendo el machote de Robert o la divina de Ana?.

No pude contestar, no lograba pensar nada mientras la mano de estuvo en mi pija. Cuando la soltó después masajearla un poco se volvió a dedicar al maquillaje. Cuando terminó desenrolló la toalla y sacó la pollerita, el top negro, una braga blanca y unas sandalias negras con plataforma de corcho que a veces Ana usaba tanto para ir a la playa como a las maquinitas.

- No tiene mucha ciencia, es lo que ya te pusiste el otro día, supongo que las sandalias no te van a causar mucho problema y te ponen un poco más a la altura de Leo que te lleva como una  cabeza. Ponete un poco de algodón en el top, no mucho, solo para que la tela no quede floja. Y por favor masturbate antes de ponerte la bombacha para que no se te escape ese pito tan duro que tenes.

Fue la última vez que vi Ana en la noche, después de ocultar la ropa en el armario me fui al baño a hacerme una buena paja donde fueron todas imágenes de Leo, abrazándome, metiendo mis dedos entre sus rulos, besándome, besándolo y siendo Ana que buscaba su verga para chuparlo. Eyaculé

Luego me sentí culpable, confundido, decidí no ir, sacarme el maquillaje, y acostarme a dormir. Escuche algún ruido de mi madre y me escondí en el cuarto. Eso me dio el tiempo suficiente para cambiar de opinión. Así que me escondí bajo las sábanas y cuando mi madre preguntó si quería cenar le dije que no, que me sentía mal de la panza todavía.

Se hizo de noche, escuche a mi madre irse a acostar y a mi hermana, Lucía y Ana partir para el baile y ahí me cambié, me deslicé hasta el baño para tratar con el pequeño espejo del botiquín tener alguna idea de como me veía.

Volví a mi cuarto y esperé no sé cuanto rato muy angustiada hasta que escuche la moto de Leo, me alegré instantáneamente, salí corriendo y no paré hasta estar a unos metros de la moto  que fue cuando me acordé de que estaba vestida como Tina.

Leo estaba en la moto, con un calderín y un balde, me miró sin decir nada. Me vino un frío temblor, en ese momento pensé que le gustaba.

- ¿Qué pasa? - pregunté apenas en un hilo de voz
- Nada, subite que nos vamos - dijo el

Pasé la pierna por sobre la moto, sintiendo como la braga se me metía entre las nalgas y finalmente como mi cola quedaba pegada al cuero del asiento. Leo aceleró el motor solo para tener la excusa de decirme

- Agarrate, que arranco -

Y entonces, divina inocencia, pasé mis brazos por su cintura, apoyé mi cabeza sobre su hombro, cerré los ojos  y me sentí la chica más feliz del mundo. Cuando arrancó me apreté aún más y me animé a deslizar un dedo por entre los botones de la camisa, para tocar su pecho. Su aroma me llegaba a ráfagas y acomodé la cabeza un poco más hacia arriba buscando su cuello hasta que llegué a la piel. Con los ojos cerrados aún recordé el suave dorado que tenían sus pelos sobre la piel bronceada. Le di un pequeño beso y me llegó toda la sal de la playa de más temprano, no pude aguantarme y comencé a dar pequeños besos, cada vez más atrevidos lamiendo en pequeñas porciones cada centimetro de su piel.

Me percaté que la moto disminuía su velocidad. Abrí los ojos, estábamos cerca del arroyo, Leo estacionó cerca de unos pinos, un farol algo lejano daba algo de claridad. Me bajé primero, con dificultad, mi pija pese a la reciente paja estaba pronta para salirse de la braga, Aproveché que el estaba distraído para acomodarla entre las piernas, y luego mientras esperaba crucé un pie sobre otro y crucé mis manos atrás, recordé que así se paraba Ana, sonreí y justo en ese momento me miró Leo.

- Estás muy linda - dijo Leo, desviando sus ojos mientras se bajaba de la moto.
- Te ayudo - dije sacándole el balde de la mano


El aprovechó su mano libre del balde para tomar la mía y fuimos de esa manera hasta la orilla del arroyo.

- No viniste vestida para pescar - dijo cuando llegamos a la pequeña franja de arena y soltando el calderín.
- ¿Cómo que no? Vine vestida de carnada - dije en un arranque de valentía

No se aguantó más y me abrazó para darme un beso bien largo, era mi primer beso en la vida y por lo tanto se encontró primero con mi boca cerrada y luego fui abriendo lentamente mi boca para recibir su lengua invasora para después ser yo la que invadí la suya.

Todavía tenía el balde en la mano, reaccioné y lo solté y llevé finalmente mis manos a su rulos, entrelazando mis dedos entre los bucles de su pelo. El se apretó contra mi, sentí un bulto y me sorprendí pero poco, era su verga que a través de la bermuda expresaba su satisfacción. La mía también estaba escapada de su lugar, haciendo que la pollera tuviera una montaña donde no debía haber nada. Quise acomodarla sin usar las manos y entonces hice un movimiento ilógico, perdí el equilibrio y terminamos los dos en la arena. Al final, igual,  logré apretar mi verga entre mis piernas otra vez.

- ¿Cómo te animaste a todo esto? - preguntó el
- Porque Ana me contó que tu dijiste que la pasabas muy bien conmigo y que aquel día que yo estaba en la hamaca te había gustado mucho
- Nunca hablé con Ana de ti - dijo sorprendido y quedamos un minuto en silencio - Bueno pero ya no importa ¿no? - agregó terminando abruptamente.

Es que yo había llevado las yemas de mis dedos en el primer centímetro de piel debajo de la bermuda de Leo. Me di cuenta de que ese avance lo había dejado sin aliento y distraído de la conversación. Trató de conversar otra vez y ahí avance un poco más por debajo de la bermuda. Y nuevamente calló. Me gustó la situación y cuando el empezó a hablar nuevamente avancé un poco más hasta que en el cuarto movimiento llegué hasta su escroto.

Ahi me paralicé, no había previsto eso, pero el se recostó y en tono suplicante escuché

- No pares por favor

Entonces seguí, acariciando hasta que se hizo imposible y el se bajó la bermuda hasta las rodillas y su verga salió como un mástil. Yo tenía catorce, el casi dieciocho, por lo tanto su verga era muy grande en comparación con la mía. Empecé a acariciarla tratando de hacerlo como cuando me hacía una paja yo. Pero recordé que Ana dijo que si la pasaba bien se la iba a chupar a Robert y yo la estaba pasando de novela.

- ¿Querés que te chupe?

Los ojos de Leo se abrieron como platos, no dijo nada, el que calla otorga pensé y me abalancé sobre su verga. El gusto era fuerte, lo dejé enseguida.

- ¿Qué pasó? - dijo entre asustado y defraudado
- Tiene gusto feo -dije avergonzada

En un santiamén se terminó de sacar la bermuda y se fue al arroyo y se mojó y alevosamente enjuagó su verga. Me maté de risa por su desesperación. volvió

- ¿Y ahora? - dijo cuando volvió a acostarse en la arena poniendo la bermuda debajo de sus nalgas

Ahora estaba mucho mejor, aunque había achicado un poco logré que volviera a ponerse al máximo. sus suspiros fueron guiando mis movimientos. En un momento me asusté, Leo se había puesto todo duro, luego puso una mano en mi cabeza de forma que parara de chuparlo y ahí recibí toda su eyaculación en mi boca. Mitad me la tragué, mitad la escupí, la había pasado muy bien hasta ese momento, fui hasta el arroyo para enjuagarme la boca, media enloquecida de excitación, media muerta de arcadas.

Cuando me incorporé, con los pies aún en el agua, me sorprendió Leo que me abrazó de atrás

-¿Estás bien?

No estaba bien, estaba asustado y asqueado, pero al sentir sus fuertes brazos alrededor mío, su aliento en mi oído me sentí bien, muy bien,

- Si - respondí y sin soltarme de sus brazos me di vuelta para quedar cara a cara comerlo a besos. Su abrazo se aflojó y sus manos fueron abajo de mi pollera, abriendo, apretando, soltando, juntando mis nalgas. Mis manos estaban en sus rulos nuevamente.

- ¿Qué queres que haga?
- ¿No séa? ¿lo que le harías una chica?

Me tendió en la arena, llevando su mano rápidamente debajo de la pollera, acomodó mi verga  debajo de la bombacha y poniendo su mano como una cuchara empezó a apretarla y soltarla y a acariaciarla en cículos y de arriba abajo pero nunca agarrandola, siempre como si estuviera adosada a mi entrepierna. Su mano parecía gigantesca, mi pija dimunita.

El dedo mayor acomodaba perfectamente en la punta y el apretaba ahí, luego de costado con el indicie y el anular, después con toda la mano. Fue lindo y largo; y lento bien lento al lado de mis pajas.

En algún momento mucho después, eyaculé, enchastrando toda la bombacha, el no paro, aprovechando la humedad de mi semen hundió uno de sus dedos en mi culo. No me desagradó pero estaba cansada y suavemente saqué su mano de debajo de mi pollera.

- Muy lindo - dije - pero me parece que es tarde ¿volvemos?

Eso es lo último que me acuerdo de esa noche, luego me contaron que subimos a la moto, que cerca de casa pinchó la rueda de atrás, que derrapamos, que mi pierna quedó atrapada bajo el caño de escape. Tuve fractura de peroné, raspones y quemaduras. Mi familia no dejó que volviera ver a Leo y si bien Carolina nunca dijo nada del tema, Ana desapareció de la lista de sus amigas.

A Leo lo volví a ver, pero tendrán que esperar un rato para enterarse.

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